Extravagancias argentinas
17/07/2020 | 14:16 | Langostinos desperdiciados, Latam echada, y Moyano versus Mercado Libre. 50 años de salario en baja y de destrucción del empleo productivo en blanco.
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La Argentina ofrece estampas que ya eran extravagantes para cualquier lugar del mundo antes de la pandemia, imaginate ahora. El mundo pasa por su mayor crisis global desde 1930. A eso, en nuestro país, se suman el noveno default de la historia, 9 años de estancamiento y 13 de inflación.
Sin embargo, las corporaciones protofascistas que nos trajeron acá siguen actuando igual. Una de ellas es la sindical. Hay ejemplos a rolete.
La semana pasada, las pesqueras de Puerto Madryn debieron tirar 500 toneladas de langostinos porque el sindicato del sector quiere seguir determinando cuánto tiempo, cómo, cuándo, por cuánto dinero y cuántas personas trabajan no sólo en una empresa, sino en todas. Nadie repara siquiera de las implicancias de todo esto. Por ejemplo, si todas las empresas tienen que tener exactamente los mismos costos, fijados en los famosos convenios, ¿cómo se puede competir?
Hace tres semanas la aerolínea Latam anunció que dejaba el país. Sus empleados y sus sindicatos aceptaban reducciones salariales en esta crisis terminal de la industria aérea, pero sucedió algo alucinante que a nosotros no nos mueve el amperímetro sólo porque estamos acostumbrados a que los chanchos vuelen: los sindicatos de otra empresa aérea, de Aerolíneas Argentinas, tuvieron el poder legal de voltear el acuerdo de Latam. Y Latam decidió irse.
Hoy la vieja novedad es la toma por parte de los camioneros del clan Moyano de cinco centros logísticos -cuyos empleados están afiliados- porque quieren forzar a 1.300 empleados de Mercado Libre, afiliados a otro sindicato, también se afilien a ellos. Como si fueran esclavistas en lugar de sindicalistas. Unos dicen que ganan mejor. Otros dicen lo contrario. Se hacen consideraciones varias.
Pero se pierde lo único que importa: con estas instituciones laborales, en Argentina hace 50 años que lo único que crece es la cantidad de gente subsidiada que ya ni busca trabajo y a la que ya no podemos bancar, el empleo público que vive de impuestos que ya no podemos pagar y el empleo en negro por regulaciones que las empresas ya no pueden cumplir. Y lo único que caen son dos cosas: el empleo productivo en blanco y, por encima de todo, el salario. Que no ha dejado jamás de hundirse, en una sociedad cada vez más pobre, tecnológicamente atrasada, con una infraestructura deplorable, que construye con esmero su decadencia bajo la poderosa vigilancia de protectores del trabajo como los Moyano.