El secreto mejor guardado de Brenda Barattini

Hace más de 1.600 días que Brenda Barattini ve pasar la vida a través de una ventana enrejada de la cárcel para mujeres ubicada en el complejo penitenciario de Bouwer. La joven que está por cumplir 30 años, fue detenida en la madrugada del 25 de noviembre de 2017 tras intentar mutilar el pene de quien era su amante, un hombre de entones 42 años.

Barattini, una arquitecta recién recibida, oriunda de Rada Tilly, Chubut, que se había instalado en un departamento de Nueva Córdoba, en la Capital cordobesa, para estudiar, pronto pasó a ser el apellido de una noticia de impacto nacional. 

Una joven bonita, universitaria, acababa de intentar cortar el pene de su amante con una tijera de podar en medio de un encuentro sexual en el edificio de calle Chacabuco al 500, donde vivía hasta entonces. Demasiado morbo para asegurar picos de rating y clics.

Desde entonces, mucho se habló sobre ella y lo sucedido. En septiembre de 2019 fue condenada a 13 años de prisión por homicidio calificado en grado de tentativa y en octubre pasado el Tribunal Superior de Justicia (TSJ) ratificó aquella sentencia. 

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O sea, en el mejor de los casos para ella, recién dentro de cuatro años y un mes, al cumplir los dos tercios de la pena, Barattini estará en condiciones de comenzar a pedir una salida anticipada de la cárcel bajo el supuesto de una buena conducta.

A lo largo de esta investigación, tuvo dos abogados defensores. Luego de la condena dictada en 2019, contrataron a la defensora Andrea Amigo, quien desde entonces ha comenzado una batalla legal para intentar disminuir el tiempo de encierro. 

En síntesis: asegura que la calificación contra Barattini está mal encuadrada, ya que no hay elementos para sostener un intento de homicidio sino que en todo caso se trató de un delito de lesiones graves o gravísimas. No estamos aquí ante un mero tecnicismo: en caso de recibir una condena por esta nueva figura, Barattini estaría a un paso de regresar a la libertad, ya que esta calificación penal supone una escala menor de años de encierro, teniendo en cuenta que se trata de una persona joven, sin antecedentes penales.

Le quiso cortar el pene, mutilarlo (algo que no se concretó), pero de ningún modo buscó matarlo. Palabras más, palabras menos, esta es la síntesis del planteo defensivo. Hoy, a un recurso extraordinario en trámite, con el objetivo de llegar a la Corte Suprema de la Nación para que revea la doble sentencia dictaminada en Córdoba.

"Merece una segunda oportunidad", es el lamento que subyace detrás de este reclamo. Hoy, en la cárcel, Barattini estudia tres carreras universitarias, entre ellas abogacía. Si bien en un momento se evaluó pedir su traslado a un penal de Comodoro Rivadavia, para estar más cerca de sus afectos, por ahora la joven permanece en Bouwer.

Fue otra mujer, la fiscal Laura Battistelli la que cumplió un rol fundamental para lograr su condena. Durante el juicio en la Cámara 2ª del Crimen, pidió agravar la figura inicial de lesiones gravísimas a intento de homicidio y, en medio de un alegato de alto impacto, sacó a relucir la tijera de podar ante los ojos de los jurados populares. No hay antecedentes recientes de un fiscal mostrando un arma en medio de una sala de audiencias en Córdoba.

En un cuaderno encontrado en el departamento, Barattini había escrito una hoja de ruta para aquella noche: “Bisturí”, “cortarle”, “cinta”, “su celular" y “pedir ayuda”.

Había ido también una mujer, la fiscal de Violencia Familiar Bettina Croppi, la que había mandado a juicio. "Le cabe la agravante de alevosía. Ella preparó todo para ese momento. Tenía estricta premeditación. Puso a la víctima en situación de vulnerabilidad, le tapó los ojos impidiendo que pudiera defenderse y obró sobre seguro y para no salir lastimada ella", apuntó en la acusación.

Mucho se habló, se debatió y hasta se pintó de morbo amarillento durante estos 1.600 días. Pero hasta ahora, nadie ha podido responder a una cuestión central: por qué lo hizo.

No hay móvil que pueda explicar, aún, este supuesto intento de homicidio.

"A mí me generó un daño muy grande, un daño psicológico muy grande. Vulnerando mi intimidad, y eso no se hace. Ni a una mujer, ni a un hombre, ni a nadie. Quizá no de una manera correcta, pero respondí", fue la respuesta de Barattini en una de las pocas entrevistas públicas que dio en este tiempo. Pero allí tampoco reveló, acaso, el secreto mejor guardado en toda historia. Una clave que todavía nadie ha logrado descifrar.

Policiales ilustrados

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