Política esquina economía
05/04/2024 | 13:40
Redacción Cadena 3
Adrián Simioni
Audios
Alguien quiere electrocutar al fiscal que pone los dedos en el enchufe
Con el fiscal Alberto Nisman muchos aprendimos algo de lo que no siempre somos conscientes dada la baja calidad de nuestras instituciones y nuestra en general pobre educación cívica. Ese aprendizaje es que los fiscales son figuras claves de cualquier república. Nosotros les pedimos a estos señores que se encarguen de acusar a los malos. Son los únicos que pueden hacerlo. Tremenda responsabilidad. Si se abusan (por corrupción, por ineptitud, por ideología) terminan persiguiendo a inocentes. Si se hacen los distraídos (por corrupción, por cobardía, por indolencia) terminan fabricando impunidad. Los tipos que están ahí tienen que ser impecables. Los mejores.
En Córdoba hoy está sucediendo algo delicado alrededor del fiscal penal provincial Enrique Gavier. Hace menos de un mes Gavier participó de un asado con amigos y luego se fue a su casa, muy cerca del lugar del asado. Pasó por una zona donde había un control policial que, aparentemente, no lo paró. Cuando llegó al ingreso del country en el que vive, apareció un patrullero, le recriminaron haber evadido el control, le hicieron un dosaje alcohólico, le detectaron 1,44 miligramos de alcohol en sangre y lo escoltaron a su casa. Gavier pagó sin chistar, como corresponde, una multa de 1,1 millón de pesos y perdió su carnet.
Luego, alguien filtró esos datos –que deben ser reservados porque son personales- y apareció un abogado famoso en Córdoba que hizo una presentación –no una denuncia- ante la Justicia. El Poder Judicial inició una investigación. Y el caso se divulgó profusamente. Ahora se difunde que una abogada denunció a Gavier en esos mismos días porque se sintió agraviada “en su profesionalismo y por el hecho de ser mujer”, dado que Gavier describió la actitud de la abogada en un decreto como “altanera, irrespetuosa, desafiante, innecesaria y aún falaz”. Lo que no se dice es que, previamente, Gavier denunció a la abogada al tribunal de disciplina –defensora de su propio hermano en una causa por fraude inmobiliario- por inconducta procesal. La abogada presentaba cualquier tipo de trámite y excusa para dilatar el proceso. Pero la noticia se difunde como si Gavier fuera un misógino y no un magistrado que cuestiona el accionar criticable de cualquier abogado mañoso, sea del género que sea.
Hay muchas razones para que muchos estén tratando de aprovechar el error de Gavier de conducir bajo el efecto del alcohol, una contravención importante reprochable en cualquier funcionario público.
Porque Gavier es un fiscal que pone los dedos en el enchufe. Expuso y destruyó la mayor industria del juicio por accidentes laborales, que ordeñaron por años en Córdoba abogados, médicos y sindicalistas, con la aquiescencia de la Justicia laboral y la vista gorda de los jueces más supremos. Gavier consiguió más de 150 condenas en la mega causa del Registro de la Propiedad que terminó con una mafia gigantesca de funcionarios, escribanos, jueces de paz, martilleros y empresarios. Enterró en Bouwer a constructores fraudulentos. Y, entre otras cosas, logró la prisión preventiva de la cúpula histórica de las cárceles de Córdoba acusadas de ser cómplices del call center tumbero.
Gavier mete los dedos en el enchufe. Y en general no se equivoca: sus acusaciones terminan avaladas por los jueces y quedan como condenas firmes.
Atacarlo puede interesarles a muchos. Ese interés puede ser particular: por ejemplo: enemistarse con él puede terminar valiendo oro para un abogado que después puede venderle a cualquier corrupto la garantía de que, si lo contratan como defensor, esa enemistad obligará a Gavier a apartarse de una causa. Pero también puede ser corporativo: los callos sindicales, empresarios, judiciales, políticos y penitenciarios que ha pisado Gavier ya les duelen a mucha gente, mucha de ella presa.
Gavier no debió conducir alcoholizado. Qué duda cabe. Pero para nosotros, ciudadanos, es importante saber qué está pasando en las fábricas del poder de Córdoba. Para que exijamos equilibrio, cuidado, respeto, protección e imparcialidad con un fiscal al que hace ya muchos años le encargamos la tarea pública de acusar y que desde entonces se animó a meter los dedos en el enchufe un montón de veces.
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