Política esquina economía
10/05/2021 | 14:34 |
Adrián Simioni
Audios
Argentina y los malos amigos
Alberto Fernández acaba de cumplir en Portugal la primera parada de su gira. El primer ministro portugués, Antonio Costa, prometió influir sobre el Fondo Monetario Internacional para que la Argentina pueda cerrar un acuerdo con el FMI y no entrar en default también con el Fondo.
Fernández buscará los mismos respaldos en Francia, Italia y España. Y seguramente los obtendrá. De hecho, el Fondo mismo ha sido muy abierto a ayudar a la Argentina. Sólo hay un problema. El Fondo le pide a la Argentina que más o menos le explique cómo piensa hacer el país para cumplir sus compromisos.
Y a eso Cristina Fernández no lo quiere autorizar. No quiere que antes de las elecciones alguien diga que el gobierno kirchnerista acordó un plan de ajuste con el Fondo.
Por eso Argentina busca el apoyo de países para que el FMI renueve los préstamos sin exigir nada. Más allá de que ello pueda llegar a suceder o no es que, más allá de lo que diga o no el FMI es la propia Argentina la que necesita encarar un plan de austeridad y ajuste si no quiere entrar en un nuevo default o, peor, si no quiere multiplicar la inflación y la pobreza.
La Argentina tiene todos los boletos comprados. El gobierno tiene recaudación récord y además viene tomando pesos prestados a tasas cada vez más altas. Pero gasta tanto que igual eso no le alcanza. Por eso el Banco Central ha tenido que volver a imprimir pesos sin respaldo para que el gobierno los gaste. Para tratar de que no haya tantos pesos en la calle recalentando los precios, el Banco Central a su vez los toma prestados. Pero resulta que tiene que pagar cada vez más intereses a los bancos. Esas son las Leliqu que Alberto Fernández había prometido dejar de usar para pagarles a los jubilados. Bueno, no fue así: hoy hay el triple de Leliqs que cuando Alberto asumió. Y el riesgo es que en algún momento el Banco Central tenga que emitir no sólo para bancar el gasto público si no para pagar esa bola de intereses cada vez mayor.
Argentina necesita poner esos números en orden no porque lo pida el FMI, sino porque no puede continuar así.
El FMI y los amigos europeos pueden incluso hacer la vista gorda, comportarse como esos malos amigos que no son capaces de decirte que estás bebiendo mucho, que estás descuidando a tu familia o tu trabajo y dedicándote demasiado a la fiesta para no pelearse con vos. Pero ninguno de esos países podrá impedir que la devaluación y la inflación entren en una nueva fase de descontrol después de las elecciones. Cuando eso suceda, esos amigos no van a mover un dedo.
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