Política esquina economía
27/06/2024 | 14:02
Redacción Cadena 3
Adrián Simioni
El peso y la duración de la crisis comienza a ser cada vez más duro de sobrellevar. Y lo registran las estadísticas. La Universidad Torcuato Di Tella midió que en junio la confianza del consumidor cayó 2,8%. Es la primera vez que cae desde enero.
Ese indicador representa cómo ven las personas su situación personal, la situación macroeconómica y en qué medida están dispuestas a “jugarse” para comprar un bien durable, entre otras cosas. Algo parecido a medir el entusiasmo o el bajón.
Ahora, lo interesante es que ese es el promedio nacional. Pero cuando uno se fija cae muchísimo en el AMBA (14,4% en CABA y 3,8 en el Conurbano, pero en el interior no cae: sube. En el interior el “optimismo” volvió a subir en junio, un 4,33% respecto del mes anterior.
¿Por qué podría explicarse esta diferencia? Una posibilidad es que por primera vez el ajuste esté pegando más en el AMBA que en el interior. Lo cual tiene cierta lógica. Por primera vez en décadas, al ajuste no lo está haciendo sólo el sector privado sino también el Estado. Y el Estado tiene un peso enorme en el AMBA. Allí no sólo están las burocracias del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y los municipios del Conurbano sino casi toda la burocracia del Estado nacional. Es más: la telaraña de contratistas, consultoras, profesionales, contratados y ONG’s que viven del Estado también está allí. Y eso es lo que cortó Milei. Lo que más hemos visto son los contratados de las oficinas que cerró, pero el corte del gasto público implica cerrarle la canilla a muchas más personas que eso. Y casi todas ellas viven en el AMBA. No en el interior.
Lo refleja la evolución de los salarios que dio a conocer el Indec. En abril los salarios en general le ganaron a la inflación por primera vez desde agosto. Pero eso fue por los salarios privados, que treparon 12%. Los salarios estatales, en cambio, volvieron a perder: subieron 7,5% contra una inflación del 8,8% ese mes.
Los salarios públicos le venían ganando a los privados durante el kirchnerismo, que siempre benefició a su aparato de militantes rentados. Hasta agosto los estatales subían 36% en el año contra 29 de los privados. Después se estabilizó. Y desde diciembre, cuando asume Milei, pierden los públicos. La inflación tampoco fue igual y, por ende, la capacidad de compra. El economista Nadin Argañaraz dice que, abril contra abril, el poder de compra de los estatales cayó 24,7% mientras el de los privados en blanco cayó 10,7%.
Incluso el desempleo también pega más. En el Conurbano la tasa quedó al borde de los dos dígitos, pasando de 8,3 al 9,9, mientras en el promedio del interior está casi igual: 6,1 contra 5,9.
Hay que sumarle a esto otras cosas. El kirchnerismo subsidiaba a mansalva el agua, el transporte, el gas, la luz y tantas cosas de porteños y conurbanitas. Al interior, Milei no le cortó otra cosa que el subsidio al transporte, que no era gran cosa. El corte de planes como el Potenciar Trabajo, grotescamente concentrado en el AMBA, también se siente.
El tema es clave. Primero, porque Milei parece estar cumpliendo parte de su promesa, si acordamos que el grueso de la casta y no tan casta que vive de los impuestos y la inflación está asentada en el AMBA. También es consistente con quienes lo votaron: después de todo, Milei sacó el 33% en el Conurbano en la segunda vuelta, contra más del 60% que sacó en el interior del país.
Y va a tener mucha influencia en la opinión pública: el humor social, los discursos políticos, se construyen desde la hegemonía mediática y social del AMBA, no desde el interior. Si el AMBA está bajoneada, escucharemos y veremos mucho bajón, por más que en el interior, sin saberlo, haya más optimismo que en Buenos Aires.
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