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Bergoglio, el piquetero de Grabois

20/09/2024 | 14:58

  

Redacción Cadena 3

Adrián Simioni

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Bergoglio, el piquetero de Grabois

Es notable la evolución de Juan Grabois. Hasta no hace mucho, él era el piquetero del Papa, el piquetero papal, como le llamamos tantas veces acá. Pero ahora Bergoglio parece el piquetero de Grabois. Ya no es que un piquetero como Grabois traduce a nivel calle la bajada de línea populista y pobrista, pero con alguna sofisticación jesuítica, de Bergoglio. Ahora es Bergoglio el que perdió lógica, sutileza, coherencia e imparcialidad. Como si ahora se hubieran dado vuelta las cosas y Grabois le dictara a él.

Fíjense en algunas de las cosas que dijo hoy. Típico discurso antiempresario de Grabois. Dijo que “acumular riquezas no es una virtud; distribuir sí lo es. Jesús no acumulaba, multiplicaba. Y sus discípulos distribuían”. Primero, lo obvio: en el Vaticano hay un cachito de acumulación de oro y arte. Medio hipócrita.

Pero, más importante, tiene un fallo lógico, porque en ese mundo de Bergoglio nadie produce. En el mundo de Bergoglio sólo habría una forma de distribuir algo: que aparezca alguien capaz de hacer milagros y “multiplicar” los peces y los panes. Es el mundo de Grabois, donde todo consiste en sacar patente de bueno chillando para exigir que el que trabaja y se esfuera regale sus cosas. En el mundo real, visto que Bergoglio no logra hacer los milagros de Jesús, alguien tiene que ahorrar, invertir y trabajar para que haya peces y panes.

La conversión del Papa al graboisismo también afecta la coherencia, pierden la cabeza con temas como la ecología y los “recursos naturales” que supuestamente “nos roban”. “Pienso en algunas experiencias de mi país donde el colonialismo se llama litio y se explota a tanta gente”, dijo Bergoglio. Raro, porque los grabois de la vida suelen decir, por otro lado, que actividades a las que denuncian como meramente extractivas como la del litio emplean a muy poca gente. No se entiende si al final el litio explota mucha gente o no. Raro además porque sin baterías de litio no se pueden reemplazar autos a nafta por autos eléctricos, que es lo que también reclaman los grabois y sus papas cuando se visten de ambientalistas.

Al ser copado por Grabois, Bergoglio también pierde la sutileza mínima que tenía para disfrazar su parcialidad ideológica, su populismo peronista, su catolicismo de siglo 19 visceralmente antiliberal. Dijo este Grabois atrapado en el cuerpo de Bergoglio: “Que nadie nos robe la memoria. Nosotros los argentinos, que tenemos sólo 600 mil aborígenes en 46 millones de habitantes, acordémonos de Roca que les cortó la cabeza a todos los aborígenes, una cosa vergonzosa”. Bergoglio el jesuita –no el piquetero- hubiera sido más sutil. A menos que la memoria de Bergoglio prescriba a los 160 años, el papa un poco más sutil que supimos tener hubiera tenido al menos la ecuanimidad de no ocultar que, antes que Roca, Juan Manuel de Rosas liquidó a muchísimos más aborígenes. Y a un cura menos inescrupuloso que el de hoy tal vez le hubiera dado vergüenza hablar así de los demás mientras preside la Iglesia Católica, la institución religiosa que bendijo el esclavismo, la mita, la encomienda y tantos regímenes que verdaderamente liquidaron a la mayor parte de los millones de personas que habitaban América antes de la colonización justificada con la cruz de Bergoglio. Hay que ser medio cararrota.

En fin, hacia el final de su reinado, el papa, convertido en piquetero, ha trocando la moderada sofisticación jesuítica con que se inició por la tosquedad conceptual y argumental del graboicismo. Y se le nota cada vez más.

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