Política esquina Economía
23/11/2023 | 14:32
Redacción Cadena 3
Adrián Simioni
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Comienza la pelea entre Milei y la casta que no sabe que lo es
En las oficinas públicas, en las empresas estatales, en el aparato mediático del Estado, en provincias y municipios, entre las empresas privadas que no compiten y viven gracias a alguna regulación estatal, entre los registros del automotor acostumbrados a facturar a cambio de casi nada, en todos los lugares en los que millones de argentinos han vivido hasta ahora a salvo del ajuste brutal al que han estado sometidos los demás argentinos, corre un escalofrío. Se han dado cuenta de que, cuando Javier Milei hablaba de la casta, no hablaba sólo del político tradicional que jamás trabajó en el sector privado. Se han dado cuenta de que estaba hablando de todos ellos.
Milei ha dicho con el mayor sentido común que, para bajar la inflación, hay que dejar de emitir. Por lo tanto, cuando él tenga que pagar los sueldos, por ejemplo, pagará lo que pueda, con lo que recaude de impuestos.
Rodolfo Aguiar, sindicalista de los estatales de ATE, quedó desconcertado: “¿No era que el recorte era para la política?”, se preguntó. Aguiar no tiene la menor sospecha de que él y los suyos son parte de la casta. Tienen sus salarios atados automáticamente a la inflación, no tienen exigencia de productividad, no tienen metas que cumplir, nadie puede echarlos, tienen jubilación atada al sueldo garantizada a los 60 o 65 años, largas y costosas vacaciones, ascensos automáticos y una serie infinita de privilegios, mientras que el resto de los laburantes navegan entre el sueldo que corre de atrás a los precios, el aguinaldo en cuotas, la changa o los honorarios atrasados o, directamente, el empleo en negro.
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No es necesario que Milei no les pague el aguinaldo o el sueldo que viene a los estatales. Bastará que por un par de meses deje de subirles los salarios, como pasa con el resto de los mortales. Pero acá esa igualdad nos parece tremenda. Por alguna extraña razón, que un albañil pierda su trabajo porque el Estado quebrado frena la obra de la autovía Córdoba-Santa Fe, nos parece normal. Pero que a un empleado de una repartición innecesaria perdida en el Paseo Colón le paguen el aguinaldo en dos veces nos parecería un escándalo.
Milei ha dicho que directamente les va a entregar, gratis, Aerolíneas Argentinas a sus empleados, para ahorrarnos el brutal déficit que venimos pagando desde hace 15 años. Pablo Biró, uno de los cientos de sindicalistas que pastan en Aerolíneas, dijo que si hacía eso, Milei va a tener que matarlos. O sea, está claro. Biró nos da la razón. Aerolíneas es un desastre. Ellos tampoco la quieren, ni regalada.
Para nosotros es impensable que los sindicatos sean dueños y la liquiden o recorten el personal para que Aerolíneas funcione con la misma cantidad de empleados por avión de cualquier aerolínea privada. En cambio, no nos parece un escándalo que la fábrica de camiones Mercedes Benz abra retiros voluntarios porque, culpa de la emisión de pesos para pagar sueldos de Aerolíneas, Argentina metió un cepo que hizo desaparecer los dólares necesarios para importar los insumos que Mercedes Benz necesita.
Son una casta. Milei la ha identificado. Ahora falta que el resto de los argentinos la identifique y se defienda. La CGT, por ejemplo, que hoy se va a reunir para analizar qué hacer. Allí la Uocra debería dejar de preocuparse tanto por ATE y pensar en sus operarios de la ruta 9. Y el Smata debería dejar de preocuparse tanto por los acomodados de La Cámpora en Aerolíneas y pensar en sus afiliados de Mercedes Benz. La casta no se va a ajustar sola. Y menos si ni siquiera se identifica como tal, o si se esconde detrás de los que trabajan de verdad para mantener sus privilegios imposibles de pagar sin emitir pesos truchos.
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