Política esquina economía
24/07/2024 | 13:08
Redacción Cadena 3
Adrián Simioni
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Derechos humanos: los Milei y Villarruel, a borde de jugar con fuego
Es probable que a esta hora la vicepresidenta, Victoria Villarruel, esté iniciando su visita a la Sociedad Rural. La actividad sucede mientras transcurre una interna cada vez más expuesta entre ella y El Jefe, Karina Milei, hermana del presidente. Por ahora, Villarruel y el Presidente no han confrotado en público. Se empieza a escribir un novelón sobre esa interna, que incluye por ejemplo tener al vocero presidencial todos los días hablando sobre si se hablan por teléfono o no, sobre si Milei y Villarruel iban a ir juntos o no al cierre de la Rural el domingo. Cosas absurdas.
Nadie entiende muy bien los motivos de la interna. La versión más conspirativa, que llegó a difundir el kirchnerismo, es que Villarruel sería el ariete que usaría Mauricio Macri para tomar el gobierno si la crisis económica llegara a tornarse inmanejable o para compensar el daño que Milei le hizo a los halcones del PRO, que se partió en dos cuando Patricia Bullrich se declaró soldado de Milei. Hay para todos los gustos. Nada muy racional.
Lo que sí parece claro en público es que se están peleando, como si no tuvieran cosas más importantes a las cuales dedicarse.
El riesgo es que en este jueguito de incendiarse unos a otros empiecen a usar tachos de nafta que nadie debería tocar. Uno de esos tachos es el de los derechos humanos. Victoria Villarruel siempre fue clara, ese es su origen, que su misión original en la política es revertir el relato K que declaró santos a los terroristas de izquierda que en los 70 asesinaron, secuestraron y torturaron a militares y civiles, lograr que se tenga en cuenta a los familiares de las víctimas de Montoneros y el ERP y no sólo a las víctimas de la dictadura y lograr que se respeten los derechos humanos de torturadores, asesinos y colaboradores de la Dictadura que están en prisión con más de 75 años de edad o que llevan más de una década presos sin condena. En esa línea el Ministerio de Defensa acaba de contratar como asesores a dos hijos de militares asesinados y torturados por terroristas en los 70 para empezar a dar esa batalla cultural que, en la década K, convirtió en héroes a esos terroristas. Son Silvia Ibarzábal y Arturo Larrabure.
Todo discutible, atendible. Incluso necesario. Pero es un tema delicadísimo. Lleno de líneas que no se deberían cruzar. La semana pasada seis diputados aliados a Villarruel visitó a una decena de exrepresores encerrados en una cárcel de Ezeiza. Las manifestaciones de algunos de esos diputados, como el entrerriano Beltrán Benedit, cruzaron los límites y terminaron siendo claramente reivindicatorias. Y la duda es si esos diputados están acompañando hoy a Villarruel en la Rural.
La Argentina pide a gritos reencontrarse con una verdad más inclusiva de lo que pasó en los 70, salir de la versión mutilada del kirchnerismo. Pero para eso no se puede reivindicar la dictadura ni caer en la Teoría de los dos Demonios. Si no, lo único que vamos a conseguir es que, otra vez, los derechos humanos vuelvan a ser la bandera táctica de una sola facción, cuando deben transformarse en un objetivo estratégico de toda la sociedad. Y lo peor que podría pasar para fracasar en eso sería que los derechos humanos se transformen en un balde de nafta tirado en la interna chiquita, oscura e incomprensible del oficialismo.
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