Guillermo de Rivas destacó el trabajo como intendente de Juan Manuel Llamosas (der.).

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El "ahuyentismo" electoral se está haciendo costumbre en Córdoba

24/06/2024 | 14:19

 

Redacción Cadena 3

Adrián Simioni

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El "ahuyentismo" electoral se está haciendo costumbre en Córdoba

La elección municipal en Río Cuarto es asombrosa por un dato elemental: aún yendo dividido a la elección, el peronismo le sacó 13 puntos de ventaja al radicalismo. El asombro se agranda porque la UCR gobernó muchas veces la ciudad, en la que tiene una raigambre profunda y las últimas gestiones no han sido rutilantes.

Parte de la victoria se explica por dos razones que ya se están haciendo una tradición en Córdoba. El peronismo de Llaryora ha llevado a niveles desconocidos en la provincia dos tácticas paralelas: extremar la presión y el uso de todo el aparato del Estado para que vayan a votar los propios y hacer todo lo posible para que no vayan a votar los ciudadanos a los que tienen menos chances de controlar.

Clientelismo, por un lado; ahuyentismo, por el otro.

Ustedes dirán: eso es lo que cualquier partido trata de hacer aquí y en la China. Sí. Pero en algún punto debe haber un límite, para no socavar la legitimidad democrática, para que la alternancia sea una posibilidad real; porque se supone que queremos vivir en una sociedad pluralista y no queremos derivar a un régimen formoseño de partido único de hecho. Somos Córdoba, che.

El clientelismo es más viejo. Pero el ahuyentismo es una novedad.

Llaryora ya lo hizo. Es el primer gobernador de la historia democrática cordobesa que ganó la elección a gobernador haciendo que la Justicia electoral “avisara” amablemente que, en realidad el voto obligatorio era en jugandito: desde días antes publicitaron que no habría ninguna multa para quien no fuera a votar.

Lo repitieron en la Intendencia. Daniel Passerini fue el primer intendente elegido bajo la consigna: “Si no votás no pasa nada”. Eso era para los que no podían controlar. Al mismo tiempo aplicaron clientelismo al palo con sus militantes rentados, ñoquis y demás beneficiarios del aparato estatal. No sólo los remises funcionaron a full. Armaron un call center que hizo historia en el club Instituto donde a todos los acomodados prácticamente les secuestraron sus teléfonos para hacer proselitismo persona a persona a partir de sus listas de contactos.

En Río Cuarto también hubo call center, como en Córdoba, además de los típicos remises que no daban abasto para acarrear a los propios. Y también hubo ahuyentismo: se eligió el feriado largo específicamente para una elección que venía difícil. Se les fue un poco la mano. Votó menos del 56% de los votantes. El nuevo intendente, Guillermo De Rivas, fue votado, en realidad, por menos del 21 por ciento de los empadronados. Una democracia de baja intensidad que pinta para partido único a la que poco a poco nos vamos acostumbrando.

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