El clásico santafesino de la Corte: Rosatti 1, Lorenzetti 0… y Lijo que se va

El juez santafesino Horacio Rosatti acaba de ser reelegido como presidente de la Corte Suprema por dos de sus compañeros supremos: el porteño Carlos Rosenkrantz y el cordobés Juan Carlos Maqueda. El otro supremo, Ricardo Lorenzetti, enemigo íntimo de los otros tres, se abstuvo de votar.

A fin de mes vencía el mandato de Rosatti y su reelección es un milagro del almanaque, porque Maqueda cumple 75 años el 29 de diciembre y, como nadie pidió prorrogarle el mandato, ese día tiene que jubilarse. Y la Corte queda sin mayoría para poder resolver. El cuerpo tiene hoy 4 de los 5 miembros que ordena la Constitución y, entonces, siempre que se junten al menos tres votos, está todo bien porque un quinto miembro no podría revertir el resultado. Pero sin Maqueda ya no se pueden juntar tres votos a menos que Lorenzetti también votara por Rosatti.

Es todo muy florentino, la política tras bambalinas, hecha de pactos y traiciones. Parece todo alejado de la calle. Pero no lo es. De hecho, la reelección de Rosatti diluye el poder de Lorenzetti y, con eso, se aleja cada vez más la posibilidad de que el denostado juez federal Ariel Lijo llegue a ser nombrado como juez de la Corte por el Senado, como propuso el presidente Javier Milei. Porque Lijo era parte del plan de Lorenzetti para conseguir su dominio en la Corte.

La candidatura del cuestionado y sospechado juez Lijo viene para abajo desde que su postulación recibió casi 400 impugnaciones en el Senado que debería designarlo. Sólo tendría 4 de los 9 votos que necesita en la Comisión de Acuerdos del Senado.

Y alrededor de Lijo la cuestión ya deja de ser florentina. Está en juego si a la Corte van a llegar personas intachables para dar la interpretación última de la ley en Argentina o si llegarán operadores de facciones políticas. En el caso de Lijo nadie sabe bien qué políticos lo impulsan ni porqué.

Por ejemplo, el cristinismo movió varias piezas a favor (por ejemplo en el Consejo de la Magistratura el hiper K Héctor Recalde congeló denuncias en su contra) porque quería negociar una ampliación de la Corte a 9 miembros (aunque hace años Cristina la redujo de 9 a los actuales 5) y cubrir con sus magistrados militantes muchas de las 140 vacantes que hay en los tribunales federales.

El mismo Milei es un misterio: no se sabe bien por qué lo impulsa. La Libertad Avanza está dividida. La vicepresidenta Victoria Villarruel está en contra.

Lo que una vez fue el PRO, ni hablar. Macri está en contra, Patricia Bullrich a favor y Rodríguez Larreta apoya con el silencio.

En la UCR lo mismo. Mientras el radicalismo bonaerense y porteño de Nosiglia y Lousteau se hace el distraído, los radicales del interior están en general en contra. El exgobernador de Mendoza Rodolfo Suárez, hoy senador, cree que en su lugar debe ir una mujer. Al presidente de los diputados radicales, cordobés Rodrigo De Loredo, Lijo no le gusta.

La sospecha es que Lijo es candidato de la ancha avenida del medio que va de Rodríguez Larreta a Massa, pasando por el peronismo no K, donde el cordobés Martín Llaryora dijo no tener objeciones con Lijo. No se sabe qué piensa la senadora cordobesa Alejandra Vigo, esposa de Schiaretti.

Con las estrellas de Lorenzetti y Lijo apagándose, es difícil que senadores que hasta ahora callaron salgan a apoyarlo. Es gastar una bala de muchísimo poder en un chimango.

Mientras, hay unos pequeños detalles importantes. Cuando a fin de año se vaya Maqueda la Corte quedará en riesgo de paralizarse. Sólo podrá fallar si los tres que quedan, Rosatti, Rosenkrantz y Lorenzetti votan en forma unánime cualquier fallo. A menos que para entonces sea designado el otro postulado por Milei en reemplazo de Maqueda, Manuel García Mansilla, cosa que también parece quedar envuelta en la bruma florentina de los pactos y las traiciones del poder.