El (des)crédito de Alberto

El presidente argentino está en el subsuelo de la credibilidad. Ha perdido el crédito, en todas las acepciones posibles de ese concepto.

Eso incluye hasta las finanzas personales. En estos días tiene que tomar prestados 3 millones de pesos para pagar su multa por haber violado la cuarentena. Con un patrimonio declarado de menos de 6 millones, es probable que, si no fuera presidente, a Alberto ningún banco le abriría la puerta para prestarle nada más.

Ayer también se desacreditó su palabra. Y no sólo porque terminó arreglando una multa por hechos que primero negó, por los que luego culpó a su pareja, que luego dijo que no eran delitos aunque él mismo había redactado el decreto que penalizaba conductas como la de él y por los que luego fue al juez a admitir su culpa.

La palabra del presidente se devaluó también ayer porque Alberto insistió en que las retenciones son el remedio para la inflación. Eso es falso según cualquier manual de economía. Pero es falso en Alberto. Porque ayer dejó ir al único de sus funcionarios que pedía subir las retenciones, Roberto Feletti, y en cambio mantuvo a los ministros Guzmán, Kulfas y Domínguez, que están en contra de subir retenciones. Y no es que Alberto esté secuestrado por sus tres ministros. Es que miente.

Hace dos semanas fue a ofrecerle a Europa que Argentina sea el gran reemplazante de Rusia como proveedora de granos. Y eso no sólo implica que Alberto le mintió a Putin cuando lo visitó y quiso hacerle creer que era su aliado, sino que es contradictorio con mostrarse ahora a favor de altas retenciones. Las altas retenciones son contradictorias con la promesa de venderle más granos a Europa. Alberto habla porque el aire es gratis. Dice cualquier cosa. Se ha resignado a la incoherencia total.

Finalmente, la devaluación de la credibilidad presidencial quedó expuesta ayer en la nueva moneda nacional. El presidente nos presentó a todos nuevos billetes que de nuevos no tienen nada: están contaminados de la misma peste que destruye el valor de nuestra moneda desde 2007. Todos sabemos que valdrán cada vez menos, cada vez más rápido. Alberto ni se molestó en intentar ilusionarnos: sabe que ya nada que diga puede ser tomado en serio. Que es un presidente sin crédito.