El diablo está en los detalles

Cristina Fernández ha prohibido en Argentina hablar de reducir el gasto público. Ni los opositores se animan por miedo a perder votos. Mucho menos lo puede decir el gobierno. Sin embargo, es tan obvio que el gasto y el déficit tendrán que achicarse -por las buenas o por las malas, para que no se agrave la crisis- que hasta el ministro Martín Guzmán debe decirlo, aunque sea con disimulo, para calmar al mercado.

Lo dijo ayer al refutar a Cristina Fernández, para quien Argentina puede tener déficit para siempre porque Estados Unidos tiene déficit. Es más, su jefe, Alberto Fernández, también lo dijo desde Alemania: no se puede vivir eternamente con déficit.

Sin embargo no va que, justo ayer, cuando decían esto, en el Ministerio de Economía se firmaba la resolución que encontró hoy en el Boletín Oficial el exgerente de Cambiemos en el Banco Central Nicolás Gadano. Con esa resolución se llama a concurso para pasar a planta permanente a 381 contratados del Ministerio de Economía, que se van a sumar a los 1.193 empleados fijos que tenía el ministerio de Guzmán en diciembre. Un aumento del 32% de un saque. Gente a la que nadie podrá echar jamás y a la que tendremos que pagarle el sueldo por años y, después, su jubilación. Para siempre.

El témpano está cerca. Ahí nomás. Los propios capitanes del Titanic dicen que hay que cambiar el rumbo. Pero no lo pueden hacer. Es así desde hace mucho. Un dato de Idesa: en los últimos 10 años el empleo estatal creció 26%; pero el empleo privado en blanco no creció ni un punto. Es exactamente el mismo de hace una década.

Hace décadas que el desajuste fiscal provocado por el Estado es compensado por el brutal ajuste del sector privado: impuestos asfixiantes, inflación, cepo.

Pero no importa. Ni aún así la casta privilegiada del Estado puede tocarse. Ni siquiera el día en el que el ministro se atreve a decir que hay que reducir el déficit. Total, si esta semana algún importador de paraguas que ya no puede importar echa a un empleado, ni nos vamos a enterar. Lo importante es que los burócratas sean cada vez más y nadie los moleste hasta su jubilación y más allá.