El presidente testimonial

Alberto Fernández no puede estar más desdibujado como presidente. Su figura institucional ya es tenue. Va adquiriendo la textura de una presidencia testimonial. Literal.

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Ayer, sin ir más lejos, el presidente firmó como testigo el acuerdo partitario de los bancarios. Allí se pacta un aumento salarial del 45%. Aparentemente, la firma de testigo de Alberto vale más que la del mismo Alberto como presidente en el presupuesto 2021. Allí se pronosticaba, y aún se pronostica, una inflación del 29% para todo el año, que para ser viable, según el ministro de Alberto, Martín Guzmán, debía ir acompañada por subas salariales de no más del 32%. Guzmán decía eso hasta hace menos de dos meses. Es más: cuando se le criticaba al gobierno la falta de un plan el gobierno respondía que había un plan, que era el que estaba en el presupuesto.

Claro, eso fue hasta que Cristina Fernández los agarró de las orejas al presidente y a su ministro y les dijo que se olvidaran de cualquier política de ajuste para contener el gasto o los salarios en plena campaña electoral.

Su plan se transformó en testimonial. Y Alberto Fernández pasó en dos meses de promover un tope salarial del 32% a firmar como testigo subas del 45%.

En otro flanco, la Justicia lo acaba de citar a Alberto Fernández para que declare como testigo en la causa Vialidad, donde se investigan las asombrosas licitaciones que consiguió Lázaro Báez apenas asumió su amigo Néstor Kirchner. Alberto era entonces el jefe de Gabinete de Néstor, en los papeles jefe de Julio De Vido y José "Bolso" López. Capaz que algo sepa. En 2016 decía: " Yo no puedo decir que los Kirchner no tienen que ver con los Báez si van al mausoleo de Néstor juntos. Cómo no van a tener que ver. Lo que espero es que alguien diga algo, que alguien explique algo. Algo más que decir: `Esto es una persecución´. Porque esto no es una persecución, esto son unos tipos contando plata que no sabemos de dónde salió”. Vamos a ver qué testimonia ahora.

El valor de Alberto como presidente testimonial podría multiplicarse si, por ejemplo, lo llamaran como experto penalista, como amicus curiae, en otras causas. Supongamos que lo citaran a declarar en la causa que investiga si Cristina encubrió el atentado de la Amia firmando el memorando de Irán. El presidente testimonial podría repetir lo que decía en 2015: "Cristina sabe que ha mentido y que el memorando firmado con Irán solo buscó encubrir a los acusados. Nada hay que probar".

O tal vez no. Los testigos cambian sus testimonios cuando modifican la posición desde la que observan los hechos. Es lo que le pasa constantemente a nuestro presidente testimonial, un observador de la realidad al que no paran de moverlo de un lado para el otro.