Fotoilustración: Juan Pérez Gaudio.

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El privilegio de vivir del Estado

30/10/2023 | 12:06

 

Redacción Cadena 3

Adrián Simioni

Muchas veces hemos planteado acá que la raíz profunda de la inflación tiene que ver con una transferencia constante de recursos de la gente que trabaja de verdad hacia la que no trabaja pero cobra, la que trabaja poco o mal en relación a lo que cobra o la que trabaja realizando cosas que en realidad nadie necesita. El vehículo de esa transferencia es la inflación.

Y básicamente esa transferencia tiene lugar en los trabajadores del sector privado competitivo a los empleados del Estado. ¿Por qué? Bueno, en el sector privado competitivo es imposible cobrar de más, si no la empresa quiebra. La empresa no puede imprimir billetes para pagar sueldos de más.

En cambio, en el Estado al político de turno que lo maneja no le importa contratar a ñoquis, a vagos, a inútiles o a gente que haga tareas innecesarias porque la plata no es de él y el Estado no quiebra. Si le falta para pagar, imprime billetes.

Esa impresión de billetes es la que genera inflación, que afecta a todos los asalariados por igual. El problema es que los empleados estatales –como nadie los puede echar, tienen sindicatos que pueden hacer cualquier salvajada, al político no le importa gastar y el Estado no puede quebrar– son los que se recuperan antes. Los estatales cobran los pesos recién impresos. Mientras los privados corren a la inflación por detrás, porque primero las empresas en las que trabajan tienen que juntar en el mercado esos pesos crocantes que reciben primero y gastan quienes viven del Estado.

Esto es una descripción. Pero acá van las pruebas. El Indec difundió la evolución de los salarios en agosto. Y allí se ve esto en forma muy clara. En los últimos 12 meses, los de la peor inflación en 33 años, los salarios estatales fueron los únicos que le ganaron a la inflación. Subieron 137,7%, contra 124,4%. En cambio, los salarios privados fueron por detrás. Los sueldos del sector privado en blanco crecieron 121,1%, más de tres puntos menos. Y para los sueldos privados en negro fue muchísimo peor: aumentaron 95,5%, 30 puntos menos que la inflación.

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Está clarita la estafa. Según el Indec, los privados se empobrecieron mientras los estatales… se enriquecieron. No hay ninguna razón para esto. Es más: si hay una buena razón es para que los salarios estatales se achiquen más que los privados, dado que el Estado genera inflación justamente para pagar sus excesivos y altos sueldos. Es el colmo que, encima, esos sueldos no sólo se recuperen antes sino que le ganen a la inflación, a costa de los ingresos de toda la gente que no vive del Estado.

Por eso decimos que esto tiene que cambiar. Que al ajuste lo tienen que empezar a hacer de una buena vez los que viven del Estado (no sólo los empleados de la Nación, las provincias, los municipios) y tienen que dejar de hacerlo los que mantienen al Estado. Basta de impuestos. Basta de inflación, que es otro impuesto. Se podría pensar en una regla: por ejemplo, que los sueldos estatales no puedan subir más que los privados. O que tienen que ser siempre algo menores a los privados, de esa forma pondríamos el incentivo que hay en los países normales, para que más gente busque trabajar en empleos que aportan impuestos en lugar de trabajar en empleos que se consumen los impuestos.

La cosa no es blanco o negro. Hay gente en el Estado que trabaja con vocación y en tareas fundamentales. Y hay gente del sector privado que trabaja en monopolios o en sectores artificialmente protegidos por el Estado. Pero la regla general es la que hay que cambiar, porque es la raíz de la improductividad, el déficit fiscal, la inflación y la pobreza.

Por eso, basta. Y lo primero es que los empleados privados entiendan esto. Y digan basta.

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