Política esquina economía
14/03/2019 | 07:48 |
El sector financiero espera permiso del FMI para reventar dólares en el altar de la inflación. Para Macri significaría otro cambio de libreto. Lavagna avanza casilleros y el PJ de Córdoba se le acerca
Adrián Simioni
La reunión entre el ministro Nicolás Dujovne y la plana mayor del Fondo Monetario Internacional concluyó sin que, al menos hasta la noche del miércoles, hubiera definiciones rotundas sobre lo que todo el mundo quiere saber: si el FMI le permitirá al Tesoro usar los dólares que le dio -sólo para garantizar que no habrá default- para que los venda con el fin de impedir que siga subiendo y los use como ancla de la inflación. O sea: que los use para subsidiar… el valor del dólar.
Son entre 8.000 y 10.000 millones de dólares que podrían tener el mismo destino que los 16.000 millones que el año pasado quemó el Banco Central tratando sin suerte de frenar la estampida del dólar. De repetirse el esquema, el destino de semejante fortuna sería simplemente garantizar que el sector financiero (que viene auspiciando en forma más o menos solapada que el FMI prenda la luz verde) pueda seguir especulando un poco más, multiplicando sus pesos al 62 por ciento anual para luego, cuando la fiesta esté por terminar, correr a cambiarlos por los últimos dólares baratos que queden.
La consola de un solo botón
Se entiende que el gobierno evalúe esta opción. El tablero del Banco Central tiene un sólo botón, que es el que usa para retirar pesos del mercado tomándolos prestados a través de Leliq. Con eso tiene que parar la presión inflacionaria, que no sólo se ve en la suba del dólar sino en los demás bienes y servicios de la economía. Y el botón no le ha servido en las últimas semanas. Aunque las tasas están por las nubes, el dólar y el resto de las cosas siguen aumentando.
¿Está definido ya si el FMI dará el visto bueno o no? Anoche, parecía que no. “La implementación sólida y continua del programa de reformas será crucial para sentar las bases de una economía estable”, dijo oficialmente el Fondo. No parece haber lugar para que le permitan a Dujovne revolear dólares que tiene prohibido tocar.
Pero extraoficialmente desde el propio Ministerio de Hacienda se dejó trascender que hay “negociaciones a nivel técnico”. Tal vez todo sea sólo un juego de fintas del gobierno para generar la expectativa de que habrá dólares hasta que, en abril, los exportadores de granos comiencen a liquidar divisas y a elevar la oferta.
¿Gradualismo, apretón financiero y ahora qué?
Para Macri, un eventual permiso del FMI para reventar dólares tendría un sabor agridulce. Por un lado, tendría otra herramienta para tratar de llegar a las elecciones con cierta estabilidad. Pero, por otro lado, significaría un nuevo cambio en la política económica. Tras el hundimiento del gradualismo, el Presidente se aferró al auxilio del Fondo y a una receta: que de una vez había que eludir los atajos y reducir de una buena vez el déficit fiscal -causa última de la larga estanflación argentina-. Mientras, el Central llevaría hasta donde fuera necesario el apretón financiero para controlar la inflación.
Volver al artificio de intentar anclar los precios con un dólar artificialmente barato significaría un nuevo libreto. Otro más. A cinco meses de las elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (Paso). Se parece mucho a un fracaso. Encima, con resultado incierto, porque los dólares artificiales siempre tuvieron patas cortas.
Todos trabajan para Lavagna
De hecho, el campo está quedando orégano para los opositores. Al kirchnerismo le conviene una aceleración de la crisis. Un desmadre en el que el gobierno pierda el control es su mejor escenario.
Al peronismo no K, en cambio, le conviene la muerte lenta de Cambiemos. En Roberto Lavagna encontró al candidato ideal, mesurado, dispuesto a no patear los tableros y a aprovechar inteligentemente que Macri se lleve el mayor desgaste de un ajuste racional a ser continuado en una fase menos dolorosa.
“Todo en su medida y armoniosamente, como dijo el General”, le dijo a este periodista un estrecho colaborador de Juan Schiaretti cuando se le preguntó si el PJ de Córdoba podría sumar su respaldo a Lavagna, varias horas antes de que se conociera que el exministro se reunirá con el gobernador cordobés.
Schiaretti había sido el que con mayor énfasis había dicho que si Lavagna quería ser el candidato de Alternativa Federal debía competir en internas con Juan Manuel Urtubey, Sergio Massa o Miguel Ángel Pichetto. Algo que en las alturas en las que Lavagna cree vivir resulta demasiado terrenal.
Pero los tiempos se aceleran. Y mientras algunos nombres languidecen sin prender en las encuestas, otros florecen. Es el caso de Lavagna, donde todos hacen campaña por él, incluso involuntariamente. Como Miguel Ángel Broda, uno de los economistas más respetados en el establishment argentino y famoso por su carácter frontal. Anoche encontró una curiosa forma de avalar a Lavagna al mismo tiempo que lo rechazaba. Dijo que Lavagna es “el candidato de la Argentina corporativa y prebendaria” y que él prefiere a Macri. Pero que Lavagna es hoy el preferido de la clase empresaria y que él mismo lo votaría “en un balotaje contra Cristina”.
Es una forma de decir que Macri podría salir tercero. Algo que pitonisas de la economía y la política como Broda se habrían cuidado mucho de decir hasta la semana pasada.