Esta vez no habrá magia

¿Se acuerdan de cuando Javier Milei dijo que su equipo ya había conseguido quién les prestara los 30 mil millones de dólares que iba a necesitar para dolarizar la economía? Fue en junio. Emilio Ocampo iba a ser su presidente del Banco Central e iba a durar poco en el cargo, porque en semanas lo iba a cerrar.

Bueno, de todo eso no queda nada. "Toto" Caputo, el ministro de Economía de Milei, que también va a controlar el Banco Central, se está rompiendo la cabeza para ver cómo va a conseguir que alguien le preste los 3.000 millones de dólares que, como mínimo, la Argentina necesita sí o sí para pagar vencimientos hasta abril, cuando se espera que empiece a entrar algún dólar de la cosecha. 

Estamos hablando de menos del 10% de los dólares que Milei creyó que iba a tener. Y está difícil: Argentina ya defaulteó varias veces a todos los que alguna vez le prestaron algo. Ni siquiera está fácil lograr que el FMI haga la vista gorda esta vez para renovar otros 7 mil millones de dólares que vencen de acá a abril. Porque el cuarto gobierno "K" tampoco cumplió nada del último acuerdo.

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Peor: el secretario de Finanzas de Caputo, Joaquín Cottani, deberá hacer milagros este año para que le renueven 35 billones de pesos que debe el Gobierno. Toda esa deuda, para colmo, está atada a la propia inflación o al dólar. Así que es imposible licuarla.

Por eso, ante este panorama, todo parece indicar que el único camino que puede tomar Milei es el del ajuste del gasto público, que tiene que ser rápido, enorme y creíble al mismo tiempo. El sector público tiene que ajustarse sí o sí. Por eso todos los que viven del gasto público (gobernadores, empleados estatales, intendentes, empresas prebendarias, piquiteros, están tan preocupados y se preparan para convertirse a la nueva ortodoxia o resistirla). Va a ser épico. Alguien va a perder.

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Es la única llave que parece tener Milei. Un ajuste enorme, rápido y creíble es lo único que puede hacer que alguien confíe en que el peso no termine de volatilizarse en una híper y, por tanto, decida mantenerlo en el banco, permitiendo a los bancos renovar sus préstamos al gobierno a tasas menores. Y es lo único que puede llevar a quienes tienen dólares inertes en el colchón desde hace 15 años a sacarlos para gastarlos o invertirlos y sacarlos así a la calle. Es la única forma de hacer que haya menos pesos y más dólares en la economía, para relajar la inflación y para permitir que se puedan importar las cosas sin las cuales la economía no puede funcionar.

Por eso no tiene sentido mirar tanto a Caputo. Porque es difícil que haya trucos de magia para eludir la realidad. Mejor es mirar al Congreso, a la ley ómnibus de ajuste y desregulación que quiere pasar Milei con apenas el 15 por ciento de los diputados, a Nicolás Posse, el jefe de Gabinete, un ingeniero que por ahora parece ser el único designado con la posible función de hacer una reingeniería del Estado, y a Guillermo Francos, encargado de lidiar con los gobernadores y otros vividores de impuestos elegidos para que, esta vez, hagan el ajuste que desde hace demasiado tiempo hace sólo el sector privado.

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