Política esquina Economía
25/03/2022 | 13:36 |
Redacción Cadena 3
Adrián Simioni
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Esto no es un golpe blando
La guerra interna en el gobierno entre albertistas y cristinistas no cede. En el gabinete hay cada vez más francotiradores y heridos.
Hace un rato nomás, el ministro de Turismo, Matías Lammens, acaba de acusar al sindicalista empresario Víctor Santa María de querer extosionarlo a través de uno de sus medios, el diario Página12, por una nota sobre el contrato de alquiler de sus oficinas sugiriendo corrupción. Según Lammens, "un sector del Frente de Todos esté intentando permanentemente esmerilar y dañar a quienes trabajamos todos los días para que este Gobierno tenga buenos resultados?. Lammens responde a Alberto Fernández. La línea editorial de los medios de Santa María vira al kirchnerismo.
No es el único caso. En la Cancillería se están disparando más misiles que en Ucrania. Se acaba de conocer que el martes último el vicecanciller Pablo Tetamantti, la segunda autoridad del ministerio, que responde a Cristina Fernández, intentó manipular el voto de Argentina en la ONU sobre la invasión rusa, desobedeciendo las órdenes de su supuesto jefe, el ministro Santiago Cafiero, que responde a Alberto Fernández. Tetamantti esperó hasta bien entrada la noche y a que Cafiero se retirara, para mandar un cable instruyendo a la embajadora argentina en la ONU para que votara a favor de Rusia en un debate sobre las condiciones humanitarias en Ucrania. Cafiero logró revertir eso a último momento sólo gracias a que la embajadora lo llamó para advertirlo de una orden que parecía ir en contra de lo que se preveía.
Son casos que se van sumando. Los más conocidos fueron hasta ahora los fracasos del ministro Martín Guzmán -que responde a Alberto- para lograr que los militantes de Cristina que controlan la Secretaría de Energía y los entes reguladores se le subordinen y obedezcan su política energética. El boicot de este grupo ha llegado a ser público. Divulgan cartas acusando a Guzmán de improvisar que llegan al escritorio de Alberto al mismo tiempo que a los diarios. Pero Alberto no tiene el poder para echarlos.
El otro caso es el del Secretario de Comercio, Roberto Feletti, otro jerarca puesto por Cristina. Harto de fracasar en controlar el precio de los alimentos ya dijo públicamente que la inflación es un problema de Guzmán y que si su jefe, el ministro Matías Kulfas, y otro ministro, el de Agricultura, Julián Domínguez, se niegan a subir las retenciones al maíz y al trigo, él poco puede hacer para frenar los precios.
Son todas situaciones insólitas, vistas muy pocas veces. Alberto sigue pidiendo unidad. Cristina sigue en silencio y moviendo los hilos para que Alberto pague él solo los costos del fracaso en el rumbo que ella le impuso cuando lo eligió presidente.
En sus momentos de máxima paranoia, cuando era presidenta, Cristina habría considerado a todo esto síntomas de un golpe blando. Pero no lo es. Es sólo el pésimo gobierno de una coalición que se destruye.
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