Política esquina Economía
23/10/2023 | 13:26
Redacción Cadena 3
Adrián Simioni
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Fue lindo mientras duró: adiós de la isla cordobesista a Juntos por el Cambio
El domingo dejó la sensación de que Juntos por el Cambio ha muerto como proyecto político. Nadie sabe para dónde van a disparar los radicales, los macristas y los lilistas de cada provincia y ciudad. Si muere, a la tumba hay que hacerla en Córdoba. La provincia más furiosamente antiK, el distrito que hizo presidente a Macri en 2015, el que le conectó el respirador en la remontada de la presidencial de 2019, es también el de la peor performance, por mucho, de JxC.
Ayer, Patricia Bullrich sacó en Córdoba menos votos que en el promedio del país: casi 23% contra casi 24 en el país. En Marcos Juárez, donde estaba el acta de bautismo de JxC, casi sale tercera. El desempeño es deprimente. Los cambiemistas mediterráneos perdieron la elección a gobernador y después la de intendente de Córdoba. No gobiernan ninguna de las ciudades grandes: Río Cuarto, San Francisco, Villa María, Carlos Paz o Alta Gracia. Es difícil encontrar un desempeño más paupérrimo. La alianza está kaput.
¿Significa eso que desapareció el cordobesismo, ese partido sin nombre ni inscripción que se pasó los últimos 15 años votando en contra de los K, eligiendo gobernadores peronistas y mandando diputados radicales y macristas al Congreso para frenar los delirios de Cristina Fernández?
No necesariamente. El cordobesismo no es un capricho de dos políticos sino la respuesta de los cordobeses a un país que los parasita. Y eso no cambió.
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Y la mesa de arena de los políticos tampoco cambia demasiado. Los mileístas locales pescan en la misma pecera en que pescaba el macrismo. Y a los llaryoristas, que ya soñaban con Martín Llaryora liderando los restos del PJ, les acaban de crecer no uno sino dos enanos mucho más poderosos: Sergio Massa y Axel Kicillof.
Es posible que Llaryora tenga el mismo destino de isla que –no por casualidad– tuvieron todos los gobernadores cordobeses. Ni Angeloz, ni Mestre, ni De la Sota, ni Schiaretti pudieron jamás liderar sus partidos nacionales.
Es que, contra lo que puede parecer, quedarse en la isla cordobesa rara vez es una opción que deciden los políticos. Casi siempre es la isla la que decide por ellos.
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