Política esquina Economía
31/07/2024 | 12:28
Redacción Cadena 3
Adrián Simioni
Gobernar es poblar, decía Juan Bautista Alberdi, el alter ego de Javier Milei. Podríamos agregar a esa frase “gobernar es poblar”. Sin inversión en proyectos rentables y de largo plazo lo que habría serían solo pueblos fantasmas, fundados alguna vez para algo que no tenía ni ton ni son o que duró un verano. La Patagonia está llena de ejemplos.
Ahora estamos ante la enorme oportunidad de cambiar la geopolítica y la demografía de la Argentina. Que una de las 10 mayores mineras del mundo haya comprado parte de un proyecto en marcha para que la Argentina entre por primera vez al club de los productores mundiales de cobre en San Juan va en esa línea. Es producir cobre, no palear sal como el caso del litio. Inversiones mucho mayores, en proyectos que los que saben llaman multigeneracionales porque son para 30 o más años. Si sale, San Juan va a estallar, y por supuesto se va a poblar. Argentina puede llegar a tener nueva pampa húmeda, pero en la cordillera. De hecho, cinco minas como la anunciada, en plata, es como agregar 2 millones de hectáreas santafesinos.
Ahora, el anuncio de YPF de que va a instalar con Petronas sus gasoductos, puertos y plantas de licuefacción del gas de Vaca Muerta en Punta Colorada, en Río Negro, sigue la misma línea. Porque Kicillof, por necedad ideológica, por no dar el brazo a torcer, se la perdió. Eso anunció YPF. Pero está por verse. Esto no está terminado. Si no, YPF y Petronas no hubieran contratado a una consultora minera de primer orden mundial para que les diga dónde es mejor instalar la planta. Y ese estudio ni se inició. Petronas no va a gastar miles de millones de dólares de más sólo para que Milei se dé el gusto de mojarle la oreja a Kicillof. Y Kicillof seguro irá a la Corte. El asunto es vidrioso. En los 64 artículos del Rigi sólo se “invita” a las provincias a adherir. No les exige. Pero el Rigi también impide que provincias y municipios se pongan a inventar impuestos y tasas una vez que la inversión se haga. Entonces hay una renuncia de las provincias a hacerlo que debe quedar formalizada a través de una ley, más si se tiene en cuenta los pésimos antecedentes confiscatorios de Kicillof con Repsol, los acreedores externos y demás. Además, la Nación concede beneficios impositivos que afectan la coparticipación. Se puede argumentar que por todo eso se requiere la adhesión. Pero Kicillof puede plantear que hacer que una ley nacional rija en sólo parte del país es inconstitucional. Es débil el argumento, pero lo puede hacer. Suficiente para trabar, demorar, impedir, frustrar. No sea cosa que la tortuga que se le escapa a Kicillof se nos escape a todos.
Sería extraordinario que la planta se haga en Río Negro. Porque, invertir eso en Punta Colorada –donde hoy no hay nada, apenas un par de galpones viejos- puede por fin cambiar –como la minería del cobre en la cordillera- la estructura demográfica, fiscal y de poder de la Argentina. Una Patagonia que procese y agregue valor a sus propios productos es tan necesaria como un Noroeste argentino que también lo haga y vital para terminar con la cabeza de Goliat del Gran Buenos Aires. Es muy importante para que, por ejemplo, cordobeses, santafesinos y otros provincianos que mantienen con sus impuestos y sus retenciones a esas zonas del país, empiecen por fin a librarse de esa carga que ha frustrado su desarrollo hasta ahora. Atención legisladores de la zona centro del país. Aprovechemos que Kicillof no la vio. Empiecen ya a pedir que bajen retenciones y que cambie la coparticipación que beneficia a provincias como Río Negro o San Juan. Ya va siendo tiempo de que dejen de hacerse las pobres y que empiecen a aportar más impuestos de los que se consumen.
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