Hablemos de la colimba, así seguimos sin aprendices

Es infalible. Una vez al año alguien propone volver a imponer alguna variante del servicio militar obligatorio. Esta temporada fue el turno de Amalia Granata, que es una senadora provincial de Santa Fe (es decir, el tema no está siquiera en su jurisdicción legislativa, pero es famosa y tiene acceso a los medios porteños, así que puede plantear lo que se le ocurra).

Como siempre, la vuelta de la colimba enciende las fantasías. Para mucha gente eso ayudaría a educar a "los jóvenes", a disciplinarlos y a enseñarles un oficio útil. No sé de dónde sacan esas fantasías, tal vez de un pasado romantizado. Pero es el pasado.

En aquel pasado menos del 15% de los jóvenes terminaban el secundario. Así que el servicio militar era una instancia de socialización e incluso educación. Pero hoy es difícil saber por qué creemos ciegamente que las fuerzas armadas podrían hacer lo que no logra hacer la secundaria, por qué podrían formar en oficios cuando ni siquiera lo hacían en el pasado. ¿Qué saben los militares de oficios?

Nos perdemos en estos espejos deformados del pasado, en lugar de pensar realidades para el presente. Por ejemplo, si en verdad queremos que los adolescentes se capaciten en tareas útiles, tal vez lo mejor que podríamos hacer es liberar a la sociedad para que lo haga a su modo.

Por ejemplo, podríamos sacar una ley a prueba de balas para que cualquier empresa pueda tomar a un joven como aprendiz durante un tiempo limitado, acordando con él cuánto pagarle, haciendo que el Estado se haga cargo de la ART y blindando a la empresa de cualquier riesgo de juicio laboral de todo tipo. Esa sería una forma ágil de hacer que miles de empresas que sí saben hacer un trabajo formen efectivamente a chicos y chicas en tareas que el mercado realmente necesita y no en lo que se imagina un burócrata, y además insertándolos de entrada en el mercado laboral.

Pero no creo que estemos preparados para esa discusión. La idea es demasiado sencilla y realizable. Así que mejor seguir haciendo lo de siempre: nos vemos el año que viene para volver hablar de la vuelta del servicio militar que nunca volverá.