Política esquina economía
15/12/2021 | 12:49 |
Adrián Simioni
En Estados Unidos acaba de estallar una pequeña guerra discursiva en las redes. Si la hicieran en castellano sería calcada a la que hay en Argentina entre el gobierno kirchnerista y el sector privado. Pero muy calcada, al punto que parece que La Cámpora estuviera gobernando la Casa Blanca.
Todo saltó porque la vocera del presidente Joe Biden, la Gabriela Cerruti de Biden, Jen Psaki, culpó del aumento del precio de la carne a la “codicia de los conglomerados de la carne”, es decir, a los frigoríficos. Sus palabras parecen sacadas de la boca de los Guillermo Moreno, los Axel Kicillof y los Roberto Feletti que han flotado sobre la inflación en la última década.
Biden se encuentra en una situación difícil. Sus niveles de aprobación en las encuestas se han hundido en casi todos los frentes, en particular el económico. Más de dos tercios de encuestados cuestionan su capacidad para gobernar. En particular por la inflación está en el 6,8%, su nivel más alto desde 1982, hace 39 años.
El secretario de Agricultura, que se llama Tom Vilsak, también apuntó a la “codicia” de los frigoríficos.
La acusación disparó una lluvia ácida e irónica de especialistas, políticos y economistas sobre los funcionarios de Biden. Con argumentos que también son calcados a los que usa acá la Mesa de Enlace cuando la culpan de todos los males.
Por ejemplo, hay quienes apelan al sarcasmo y se dicen: “Qué raro que la codicia de los frigoríficos aparezca justo cuando gobierna Biden, dado que antes no había problemas con el precio de la carne”.
Otro argumento acusa a la administración Biden de ignorante. “¿Sabés cómo podría aprovechar alguno de estos frigoríficos codiciosos: vendiendo a precios más baratos para destruir competidores. No lo hacen porque no podrían afrontar sus costos, que han subido por la inflación generalizada”.
De todos modos, la reacción del gobierno “camporista” de Biden no fue igual a la de Fernández. De entrada a nadie se le ocurrió fijar el precio de las hamburguesas. Y en lugar de golpear a los ganaderos sin afectar a los frigoríficos que siguen con sus márgenes de siempre –como hizo el gobierno argentino al poner cupo a las exportaciones- lanzaron un plan para promover inversiones privadas por 1.000 millones de dólares. Es para ampliar infraestructura de mataderos que estaba en desuso y hacer mejoras logísticas para que los criadores y ganadores tengan más opciones al vender sus productos. O sea: salió a promover la competencia en lugar de aplastarla y a promover la producción en lugar de forzar un aumento inmediato del consumo.
Serán camporistas, pero no son tontos
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