Política esquina economía
29/09/2021 | 14:22 |
Adrián Simioni
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La diferencia entre la ruleta rusa y la argentina
El Ministerio de Educación de la Provincia de Córdoba acaba de decidir que mañana no habrá clases en las escuelas de la ciudad de Córdoba. ¿Cuál es la excusa esta vez? Que es el día de San Jerónimo, patrón de la ciudad. Un hecho nimio en la emergencia en la que estamos, un aniversario apenas burocrático, menor.
La única razón que pueden aducir las autoridades para que los empleados estatales se piren otra vez de sus trabajos es que “siempre fue así”.
Eso ya está bastante mal. En un país que festeja dos fechas patrias, que se toma el palo hasta en los aniversarios de las derrotas bélicas y que tiene una lista interminable de héroes a los que les celebramos el nacimiento y les conmemoramos la muerte, el calendario del sector público es una plácida llanura de días libres interrumpida por algunos días de trabajo.
De este modo, los servicios estatales, que de por sí son de pobres para abajo, empeoran aún más. Imagínese los tiempos de la Justicia, que se tomó 14 años para condenar a la exsecretaria de Ambiente Romina Piccoloti. Pero eso sí, no les toquen un feriado.
El caso más dañino es el de la educación. Ya en nuestro pobrísimo calendario escolar los chicos tienen jornadas muy cortas y muy pocos días de clase al año en comparación al mundo. Y cada año, con la metralla de feriados, celebraciones y paros no tienen la menor chance de experimentar algún tipo de regularidad escolar, de rutina. Es muy difícil saber en qué consistió la última clase de inglés si la tuviste hace dos semanas. Nos parece normal porque estamos acostumbrados. Pero es un desastre.
Eso, por supuesto, es peor que nunca luego de dos años de pandemia. Carretilladas de días perdidos, horas perdidas hasta manyar qué era la virtualidad, años perdidos para los chicos que directamente abandonaron, el novelón de las burbujas, los días que sí, los días que no, los sindicatos retovados. Fue un caos mayor que nunca.
Esta iba a ser una de las escasísimas cuatro o cinco semanas de todo el año, con mucha suerte, en que todos los 400 mil alumnos de Córdoba capital iban a poder tener una semana entera de clases presenciales. Pero el Ministerio de Educación de Córdoba se perdió la oportunidad -otra vez- de cumplir su misión: educar.
Prefirió regalar otro día de trabajo, como si no se hubieran perdido ya demasiados.
Es la ruleta argentina, que es bien distinta a la rusa. En la rusa no sabés a quién le va a tocar el disparo. En Argentina, en cambio, siempre sabemos: a las corporaciones que viven en la comodidad del Estado siempre les toca la recámara vacía, mientras a los ciudadanos y al sector privado siempre les toca pagar las balas y volarse los sesos. Y, después, limpiar la sangre.
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