Política esquina Economía
23/11/2022 | 14:39 |
Redacción Cadena 3
Adrián Simioni
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La emergencia eterna
La tarjeta Alimentar fue hija de la pandemia. Empezó cuando se cortó el IFE, en diciembre de 2021. Los plásticos fueron entregados de a poco. Que se notaran. Aunque su sentido era asistir en la catástrofe del Covid, hoy cuando el virus es sólo un mal recuerdo, sus beneficiarios son muchísimos más que los que eran cuando apareció la variante Omicron.
Hoy, casi 2,5 millones de hogares reciben la tarjeta. Eso es más de uno de cada 6 hogares. Son los mismos hogares que ya reciben la Asignación Universal por Hijo.
Cuando empezó la tarjeta para un hogar con un hijo era de 4 mil pesos. Ahora el gobierno la acaba de aumentar y llega a 12 mil pesos. Se ha multiplicado por 4, con lo que ganó a la inflación, dado que los precios que mide el Indec, en el mismo período se multiplicaron por 3,6.
O sea: pasó el Covid, pero los beneficiarios de este subsidio son más que durante la epidemia y le ganaron a la inflación.
Algo parecido sucede con el Plan Potenciar Trabajo que cobra casi 1,5 millón de argentinos. El gobierno acaba de subir el salario mínimo vital y móvil, así que también aumenta el monto del plan. En el último año este subsidio que reparten los piqueteros, según el gobierno, ha subido 110,5 por ciento. O sea, también le ganaron a la inflación. Y son más que nunca.
Una familia con dos niños que cobren la AUH, la tarjeta y un potenciar trabajo reúne casi 75 mil pesos al mes. La cifra es baja. El problema es que es lo mismo que cobra mucha gente que trabaja en blanco y cuyos sueldos, a diferencia de los subsidios, vienen perdiendo contra la inflación.
Hay algo profundamente grave en estos subsidios, que la Argentina no logran cambiar. No tienen plazo de finalización, con lo que hay millones de personas que hace ya años los cobran. Estos subsidios, lejos de subsidiar el empleo, subsidian el desempleo o trabajos improductivos y precarios. En definitiva, promueven que millones de personas se mantengan, de hecho, fuera del mercado laboral. Así que no es sorpresa que seamos cada vez más pobres: cómo no lo vamos a ser si cada vez hay menos gente trabajando de verdad y ellos le ganan a la inflación, mientras la gente que sí trabaja de verdad, y es cada vez menos, pierde contra la inflación. Trabajar en serio es cada vez menos negocio en Argentina. Debe ser por eso que el resto de los países del mundo no inventan los delirios que se eternizan en la Argentina.
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