Política esquina economía
27/11/2018 | 07:04
Adrián Simioni
El auditorio de la Bolsa de Comercio de Córdoba estaba colmado este lunes. Unos 250 empresarios y ejecutivos se habían apretado para escuchar a, entre otros, Claudio Zuchovicki, que los sorprendió de entrada con un baldazo de agua fría: “Para ustedes, ¿Argentina ya chocó? ¿o todavía le falta chocar?”. El silencio fue sepulcral.
La memoria económica de los empresarios es casi unánime. Rodrigazo, guerra de Malvinas, hiperinflación, default, cepo cambiario, todas fueron formas distintas que tomó la misma y eterna crisis fiscal del Estado. Estas crisis nunca se resolvieron por acción política concertada sino por desmadre, por defecto, con alguna forma de hecatombe de devaluación e inflación. Así se licuaron siempre los salarios en dólares, dando una competitividad de tranco corto a un sistema que no reforma leyes laborales. Y así se licuó siempre el déficit fiscal, dándole de nuevo oxígeno a un Estado que no se reforma y sigue funcionando.
¿Peronismo estás?
Las distintas variantes del peronismo han sido en general las más afortunadas. Casi siempre les tocó recibir el gobierno luego de un estallido que les dejó campo orégano para subir el gasto público y atrasar el dólar, para capitalizar el rebote y, al cabo de unos años, entregar a sus sucesores verdaderas nuevas bombas fiscales y cambiarias que, una vez estalladas, volverían a beneficiar políticamente al peronismo. Alfonsín, Menem, De la Rúa y los dos Kirchner se alternan a la perfección en este ciclo.
Por eso la pregunta del economista fue crucial. Si Argentina ya chocó, entonces Mauricio Macri tendría alguna chance electoral. Sería el primer presidente de la democracia al que le estalla la bomba y sobrevive. Al rebote podría intentar aprovecharlo él, aunque el tiempo hasta las elecciones es tan escaso que los electores podrían no notar a tiempo la mejora y elegir a otro.
Si Argentina todavía no chocó, entonces este partido aún no terminó. Todavía no está todo dicho. El siniestro podría no suceder, tocarle a Macri o tocarle a su sucesor.
Un ajuste módico y temporario
¿Los costos en dólares ya son lo suficientemente bajos? Bajaron, pero no crean que tanto. El salario medio en dólares está en 650 en Argentina, por debajo del de Brasil (750), igual al de Chile y arriba del de México (420).
Y el déficit fiscal. El Fondo Monetario Internacional acaba de dar por cumplidas las metas de este período. Argentina podría terminar el año con el déficit primario más bajo en mucho tiempo e incluso podría ser uno de los más bajos entre todos los países vecinos.
Pero la indexación está a la vuelta de la esquina. Tomemos el sistema previsional, el talón de Aquiles de todo el gasto público nacional. De cada tres pesos que gasta, a uno no lo recauda la Anses. Tiene que salir de impuestos extra. Pese a la pérdida de poder de compra de los jubilados este año (aumentos de 28,5% contra inflación de más del 40%) cuando la inflación baje las jubilaciones subirán más porque entonces se ajustarán por la inflación 2018. El alivio del gasto previsional es de corto plazo. Volverá a ahogarnos.
La actualización de salarios, si el dólar se mantiene quieto, también volverá a subir los costos en dólares de una economía que, pese a la megadevaluación, no logra exportar para traer dólares genuinos. Sólo se frenan importaciones por la recesión. Y eso es lo único que logra generar un modesto superávit comercial.
La mejora a fondo de estos parámetros no llega de verdad con devaluaciones. Para eso debe cambiar la realidad: los sistemas impositivo, el previsional y el laboral, por mencionar sólo algunos. La pregunta es quién se hará cargo de eso. Y si lo hará.
Hasta Axel lo sabe
La estabilidad del último mes que le da esperanzas a Cambiemos de llegar con alguna chance a las presidenciales es la misma que obliga al peronismo no K y al kirchnerismo a moderarse. Es mejor ser dueño de los silencios ahora. Si este fue todo el choque de la Argentina y alguno de ellos ganara la Presidencia, muchas de las promesas demagógicas que tanto nos gusta escuchar a los votantes argentinos no podrían cumplirse sin hacer volar todo por los aires. Hasta Axel Kicillof es posible que lo sepa.
A la restricción previsional se la va a encontrar cualquiera que llegue al gobierno. A la de los gremios estatales (desde ATE a los de Aerolíneas) también. A la de los piqueteros, ídem. A la de los gobernadores, ni hablar. Y quienes no viven del Estado estarán tan hartos como hoy de pagar impuestos y de la inflación que provoca la emisión de dinero sin respaldo. Y, por supuesto, la posibilidad de tomar deudas estará muy limitada.
Si no hay hecatombe en los próximos 11 meses, al que encabece un nuevo gobierno no le va a quedar otra que continuar una próxima fase del ajuste, que tal vez sea menos dura que la actual.
Villa miseria del cono sur
El caso argentino es bien distinto al de Brasil. Al menos eso piensa un economista como Leonardo Chialva (Delphos Investment), que también disertó ayer en Córdoba. Para él, no hay dudas de que en Brasil el estallido ya ocurrió y que, a diferencia de Argentina, la bomba estaba en ese momento en las manos del PT, de Dilma Rousseff. Y que el gobierno de transición de Michel Temer adelantó una modesta parte de las reformas que se dispone a profundizar Jair Bolsonaro con su ministro estrella Paulo Guedes. Corremos el riesgo de que Brasil se nos escape para siempre, como ya lo hizo Chile. Si Argentina no reacciona, corre el riesgo de ser la villa miseria del cono sur.
Por lo pronto, Zuchovicki no sólo sembró la incógnita. Consideró que, dado que la devaluación más que duplicó el valor del dólar en un año, el choque de Argentina ya se produjo. Pero, economista al fin, agregó: “Pero puede que falte algún un vuelco más”.