Política esquina Economía
07/12/2022 | 16:06 |
Adrián Simioni
Audios
Es difícil imaginar qué estará sintiendo Cristina Fernández respecto de sus socios políticos, de dirigentes y organizaciones que conocieron el poder gracias a ella o a su marido, de gobernadores e intendentes que se colgaron de sus votos, aunque la odiaban y tantos más.
Ayer, después de jurar que si la tocaban a Cristina qué kilombo se iba a armar, nadie disparó ni una cebita. "Si la tocan Cristina, tóquenla nomás", parece ser el nuevo lema.
Es cierto que la propia Cristina, aparentemente, desalentó una movilización. Se lo agradecemos en nombre de la paz social.
Pero no hubo 17 de octubre espontáneo. Los kirchneristas que dominan las universidades, los profesionales de los derechos humanos que le alquilaron los organismos en estos años, los miles de militantes rentados en el Estado, e incluso quienes sus seguidores de corazón, no aparecieron por ningún lado. El único que pretendió movilizar a alguien fue Luis D'Elía, que fracasó con patetismo frente a Comodoro Py: tuvo que cortarla a la propia Cristina cuando daba su discurso ayer porque el camión con las pantallas gigantes que había alquilado por 45 mil pesos ya había cumplido las 8 horas del contrato y tenía que irse.
La defensa de Cristina, del mejor cuadro de la historia, de la santa perseguida por el poder, apenas se peleó en Twitter. Demasiado calor para salir a la calle.
Qué pensará Cristina de Alberto Fernández y Sergio Massa, que hasta 2014 la señalaban como corrupta. A uno lo hizo presidente. Al otro lo hizo el más probable candidato a presidente del peronismo para 2023. Ayer ambos le pagaron: un triste tuit cada uno, escrito sin demasiada enjundia. Ninguno arengó a incendiar la pradera.
Ni hablar de los gobernadores e intendentes, más enfrascados que nunca en calcular si les conviene desdoblar las elecciones o no para despegarse del cuarto gobierno kirchnerista y de la primera vicepresidenta de la historia condenada por fraudes cometidos como presidenta.
Mucho más ahora que Cristina les ha dicho a todos los que se colgaron de su pollera que no piensa ser candidata a nada. O sea: si Cristina no les va a prestar los votos que aún puede traccionar, menos todavía le van a salir a hacer el aguante los peronistas pragmáticos, muchos de los cuales la odian. Lo que no fueron capaces de hacer muchos peronistas para sacarse de encima a Cristina parece haberlo hecho la Justicia.
Todavía es muy temprano para saber qué va a pasar. Pero ayer dio la impresión de que estaba sucediendo ante nuestros ojos eso que siempre se dijo de los peronistas: "Te acompañan hasta la puerta del cementerio, pero no entran".