Política esquina economía
19/09/2019 | 07:58 | Argentina acaba de dar vuelta como una media su política de hidrocarburos. El kirchnerismo coquetea con China. Cuando nos decidamos a hacer las cosas en serio, puede ser tarde.
Adrián Simioni
Juan Manuel Urtubey, el gobernador de Salta, no dio respuestas muy precisas. Pero lo que quedó claro a partir de las preguntas que le hicieron este miércoles cuando disertó en el Wilson Center de Washington, es el tipo de interés que despierta Argentina hoy en los Estados Unidos: el futuro de Vaca Muerta y las relaciones que vaya a entablar con China un eventual gobierno K.
Un informe elaborado hace dos semanas por el consulado argentino en Houston ayuda a entender mejor el interés geopolítico de Estados Unidos. A partir del ascenso de Donald Trump y el enfrentamiento con China por la supremacía futura, la administración estadounidense estableció una política de “dominancia energética”. Trump desreguló y levantó límites a la industria hidrocarburífera estadounidense no sólo para garantizar las necesidades del mayor consumidor de energía del mundo sino para utilizarla como un instrumento de política exterior en un momento en que China le viene descontando las ventajas que Estados Unidos tenía en numerosos otros campos: ciencia, tecnología, poder financiero.
¿Qué implica usar la energía como instrumento de política exterior? Ser capaz de ofrecer a sus aliados fuentes confiables de provisión de energía y tecnologías para abastecerse, algo que no puede ofrecer China. Y evitar que esos mismos aliados se tienten demasiado con las ofertas de Rusia, Irán y otras potencias enfrentados a los Estados Unidos.
Todos a Neuquén
Es en ese marco que Vaca Muerta adquirió centralidad. Si Argentina podía ser un aliado confiable, el yacimiento podía formar parte del pool de activos energéticos de occidente. Las empresas estadounidenses redoblaron el interés que ya habían exhibido incluso desde el primer contrato que Chevron firmó con YPF, en tiempos K, para poner un primer pie en Vaca Muerta. Trajeron dinero y tecnología.
La línea del tiempo llega hasta la semana pasada, cuando la Corporación para las Inversiones Privadas en el Extranjero (Opic, por sus siglas en inglés), del gobierno de Estados Unidos, desembolsó financiamiento por 300 millones de dólares para Vista Oil&Gas, la empresa creada por el primer presidente de la YPF recién reestatizada de los K, Miguel Galuccio.
Políticas de Estado (por un rato)
Ahora, la debacle de toda la política petrolera que había impulsado Mauricio Macri y la incertidumbre política que implica la posible presidencia del dúo Fernández-Fernández han pateado el avispero. Sobre todo cuando, en el mundo, la estantería del petróleo mostró su fragilidad: un dron le bastó a uno de los bandos de la guerra en Yemen para dejar fuera de juego la producción del 6% del petróleo mundial y para volver a poner a Irán en la mira de Estados Unidos.
En efecto, de la política energética macrista ya no queda casi nada.
El precio mínimo en dólares del gas no convencional sacado en Vaca Muerta ya había sido reducido a principios de año, generando enorme controversias e incluso presentaciones judiciales de petroleras. Después se impusieron retenciones móviles a las exportaciones, como a muchos otros sectores. Luego se congelaron tarifas energéticas, lo que implica menor disponibilidad de fondos para retribuir a los productores.
Ahora directamente se congeló el precio del barril en 59 dólares (y parte de ese precio depende de un subsidio que nadie sabe si se cobrará. Y además cada uno de esos dólares se liquidará a menos de 47 pesos por dólar. Y, por si fuera poco, el cepo parcial implica dificultades para girar al exterior utilidades, pagos de préstamos y demás.
Ojo que hay gas en muchas partes
Sobre esa debacle, caen las declaraciones de Alberto Fernández y de su asesor Guillermo Nielsen, amenazando con recostarse sobre China en busca de auxilio financiero: ahora que el país ya desperdició el respaldo que efectivamente le dio Estados Unidos (por partida doble: con inversiones petroleras y empujando a favor en el Fondo Monetario Internacional), juega a darse vuelta.
Argentina flirtea peligrosamente. En definitiva su falta de compromiso con quienes la respaldan y de credibilidad en sus políticas lo que hacen es alejar más y más el horizonte de Vaca Muerta.
Al final de cuentas, gas no convencional hay en muchos lugares del mundo; las energías renovables avanzan con creciente rapidez; países sin tantas reservas pero que no espantan al capital, como Australia, se transforman en los primeros exportadores de gas natural licuado; Rusia instala sus primeras plantas de GNL también.
Cuando los argentinos finalmente decidamos establecer reglas de juego clara, no espantar a los inversores y cumplir nuestros pactos, corremos el riesgo de que Vaca Muerta no le interese más a nadie.