Política esquina economía
05/02/2019 | 06:50 |
Un legislador propuso prohibir la actividad en las esquinas de Córdoba. Le llovieron las críticas. El encanto de pagar impuestos para que te presionen en las esquinas.
Adrián Simioni
Bastó que el legislador radical Javier Bee Sellares propusiera prohibir a los limpiavidrios en la provincia de Córdoba para que desencadenar un coro de voces en contra. Los argumentos centrales dicen lo mismo: que en medio de la crisis económica, es insensible, inconducente y policíaco pretender prohibir una actividad con la que algunos cientos de personas juntan dinero en cada vez más esquinas de la ciudad.
Algunos van más allá y le adjudican a Bee Sellares intenciones demagógicas puestas de moda por los bolsonaros de este mundo en distintos países; una lógica de mano dura que seduce a clases medias variopintas a quienes molesta la estética de una pobreza peligrosamente cercana.
Es posible que esas sean las ultraderechistas intenciones de Bee Sellares, pero hay muchas consideraciones que hacer. Por ejemplo: en 2008, mucho antes de Bolsonaro, la Ginebra gobernada por el muy progre Partido Socialista de Suiza, prohibió la mendicidad, que entonces ejercían sobre todo personas que provenían de Rumania. La medida generó muchos rechazos, incluido uno muy revelador: católicos y musulmanes acompañaron presentaciones judiciales diciendo que prohibir a los mendigos implicaba prohibirles a ellos la obligación de dar limosna que supuestamente imponen ciertos textos sagrados.
No será Córdoba el primer lugar en el que una idea como esta sea aprovechada para separar, rápidamente y como siempre, a los “malos” de la confortable lomita moral en la que retozan los “buenos”. El buenismo es una aplanadora infalible del debate. Si no fuera por eso, se podrían dar buenos argumentos a favor de Bee Sellares.
1-No es un trabajo
Difícilmente los limpiavidrios dejen de hacer lo que hacen sólo porque lo dice una norma. ¿Los van a multar? ¿Cómo van a pagar? Ni en Ginebra se terminaron los mendigos. Pero el tema no es ese. El tema es que limpiar vidrios de ese modo no es un trabajo. Es algo que nadie necesita, nadie desea, nadie solicita. Nadie demanda. Es como el caso de los naranjitas. Y no está mal una norma que lo diga. Que nos impida creernos poco a poco que eso, a fuerza de tanto verlo, es un trabajo. Sería echar un chorrito de calvinismo ginebrino a nuestro catolicismo en vena.
Los niños que tiende a ver en exclusiva el buenismo en las esquinas no deben estar ahí porque otras leyes lo prohíben y porque su lugar es en las escuelas o en sus casas o en un lugar en el que se los cuide. Pero no sólo hay niños. Hay mayormente adultos jóvenes que están en plena edad productiva.
2- Subsidio a la nada
Actividades como estas no alcanzan, obviamente, para sustentar a nadie. Quienes las realizan las pueden hacer porque, unos más unos menos, reciben la batería de subsidios múltiples y muchas veces superpuestos de Nación, Provincia y Municipio.
Sólo la Provincia de Córdoba gastará este año 20 mil millones de pesos en subvenciones diversas. Si llegan al 20% de los cordobeses más pobres, implican, por mes, 12 mil pesos por cada hogar de cinco integrantes. Estimaciones muy modestas indican que, en toda la Argentina, la Nación gasta arriba de 25 mil pesos al mes en los integrantes del 20% de los hogares más pobres, sin contar en eso subsidios a servicios públicos.
Más allá de que eso sea mucho o no, la cuestión es esta: Argentina no subsidia trabajos de verdad sino desempleos como el de los limpiavidrios. Pueden haber limpiavidrios porque es una actividad fuertemente subsidiada.
3- Estado, para eso te pagamos
Esto es el colmo del absurdo. La sociedad argentina hace un enorme esfuerzo pagando impuestos de todo tipo (incluyendo el inflacionario y el pago de intereses de deudas tomadas) para bancar, entre otras cosas, estos subsidios, y tiene derecho, por ende, a esperar que el Estado sea eficiente y deje de quemar estas fortunas para subsidiar desempleos.
Los contribuyentes tienen derecho a querer vivir en una ciudad donde la marginalidad no sea un espectáculo sino un problema grave a tratar de verdad, con toda la solidaridad y la sensibilidad que nos debemos unos a otros en una sociedad civilizada que, atención, ya paga los impuestos gigantescos que sostienen partidas sociales que también son gigantescas. Chicos, adolescentes o jóvenes lavando vidrios no es civilización. Trabajadores sociales: los presupuestos ya están. Hagan su trabajo.
4-Derechos de los demás
No sólo los conductores de autos tienen derecho a conducir sin tener que sentirse presionados, moralmente extorsionados o directamente amedrentados. Tienen derecho a poder conducir sin obstáculos y sin ser forzados a poner en riesgo la vida de quienes están en los semáforos.
Y quienes invirtieron en una esquina tienen derecho a que el valor de sus inversiones no se perjudiquen.
5- "No" por la crisis
Otro argumento es que esto que quiere Bee Sellares no se puede hacer en épocas de crisis. Es un buen punto. ¡Pero es que en las presuntas buenas épocas no se escuchó a ningún objetor proponer que se prohíba lo que ahora se propone prohibir! Es más: en las presuntas buenas épocas la industria del limpiavidrismo nunca dejó de progresar. Es lo que pasa con todo lo que se subsidia. Si, lejos de prohibirlas, las prácticas más improductivas se subvencionan, esos “trabajos” no dejarán de crecer. Por más que nadie los necesite, los desee o los pida.
Está demostrado en las calles de la Argentina y deberíamos pensarlo bien antes de tirar por la borda lo que dice Bee Sellares como si sus ideas fueran meramente policíacas.