Rosana Lodovico, directora general de Aduanas

Política esquina economía

¿Qué querés ser cuando seas grande? ¡Recaudador de impuestos!

02/05/2024 | 13:28

 

Redacción Cadena 3

Adrián Simioni

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¿Qué querés ser cuando seas grande? ¡Recaudador de impuestos!

Un nuevo escándalo acaba de estallar entre la jerarquía de funcionarios de Javier Milei. Nuestra colega Camila Dolabjian publicó en La Nación que la jefa de la Aduana, Rosana Lodovico, y su exmarido, también jerarca de la Aduana, se compró en octubre de 2022 su segunda casa de veraneo con un préstamo de 250 mil dólares que le dio una empresa… a la que la propia Aduana había denunciado penalmente en 2017 por contrabando “en connivencia con personal aduanero”.

La empresa reconoció los delitos y en 2022 –dos meses antes de que Lodovico y su marido recibieran el préstamo- la Aduana le dio una moratoria para que pagara lo adeudo. No hay forma de que huela peor de lo que huele. Y, sin embargo, hay más: la empresa –Promarlon SA- en su acta constitutiva, no declara que esté dedicada a otorgar créditos. Es decir, se supone que el préstamo que le dio a Lodovico es algo extraordinario, no es parte de su negocio habitual. ¿Parece suficiente? Sí, pero hay más.

Lodovico parece ser parte de una Pyme familiar en la Aduana: su ex es jefe de una sección en la Aduana, y también entraron en la Aduana su hermana y su esposo, es decir el cuñado de Lodovico. Casualidades de este país sin concursos públicos. Y el cuñado aparece mencionado en otras causas judiciales iniciadas por contrabando y otros delitos. Lo cual por cierto no lo hace culpable.

Lodovico entró hace 30 años a la Aduana, pero escaló con el kirchnerismo. Con Ricardo Echegaray –condenado ya en segunda instancia por fraude a la administración pública por el caso Oil- Lodovico ascendió a jefa de departamento y luego le encargaron la Aduana de Ezeiza. Y con Cristina/Alberto/Massa a subdirectora de Operaciones Aduaneras Metropolitanas.

Forma parte del inexplicable (o no tanto) paquete de funcionarios K que Milei mantiene en el manejo de distintas áreas del Estado. Más inexplicable con la Aduana, donde las sospechas de coima con las Sira de la última gestión sobran para llenar todos los containers amontonados en Retiro.

Y hay más. Lodovico es parte de la casta estatal que tiene sus ingresos automáticamente atados a los ingresos de la Aduana, lo que también sucede en la Afip. Por eso en marzo cobró 11,8 millones de pesos, casi tres veces más que el Presidente.

Su caso apenas quedó eclipsado por el de Florencia Misrahi, la jefa de la Afip designada por Milei, que en marzo cobró casi 22,5 millones de pesos, también porque sus ingresos están atados a la recaudación.

Este insólito privilegio no es sólo para los jerarcas, sino para todos los empleados de la Afip o la Aduana, que cada día 15 del mes cobran lo que en la jerga interna se llama “el fondo”. Formalmente el ítem se llama “a cuenta de jerarquización”, es decir que cobran por anticipado ascensos que aún no tuvieron, lo que además implica un milagro: que todos van a ascender indefinidamente, porque lo cobran todos. Entre todos se llevan el 0,67% de toda la recaudación impositiva, según la disposición 2021 publicada en diciembre de 2022, gestión K, publicada en el Boletín Oficial. Es una cifra que da impresión: en marzo habría llegado a los 25.600 millones de pesos, sólo considerando los impuestos cobrados por la DGI, sin los de la Aduana. Más de un millón por cabeza por encima del sueldo.

El argumento central esgrimido para que los casi 23 mil empleados de Afip y Aduana se lleven toda esta torta es que hay que alejarlos de la tentación. El escándalo de Lodovico pone todos esos argumentos en duda.

En algún momento alguien tendrá que poner los dedos en el enchufe y dar vuelta como una media la Aduana y la Afip para que trabajar allí sea el negocio más lucrativo de la Argentina, por lejos.

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