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Mauricio Macri

Política esquina economía

Tres puertas que pueden llevarnos a cualquier parte

12/09/2019 | 07:26 | El gasto público será objeto de reparto salvaje, y ya no líder que plantee austeridad. El default selectivo está en un riesgoso limbo. Y el control de cambio será cada día menos leve y más complejo.

Adrián Simioni

Nos esperan los 44 días más largos en muchos años. La elección presidencial del 27 de octubre parece no llegar nunca. Las Paso parecen haber transcurrido hace un siglo. Mauricio Macri ya probó todo. Y nada de lo que hizo logró acomodar medianamente el barco para esperar con optimismo los comicios.

Hizo “unopocodetodismo”. Rebajó impuestos, relajó el control del gasto, congeló tarifas y el petróleo, entró en default selectivo y reinstaló un control parcial de cambios, todo mientras el dólar se devaluaba 30 por ciento. Parece mentira: todo eso pasó en las últimas cuatro semanas. Imaginen lo que puede pasar en las próximas seis.

Cada medida abrió la puerta de un pasillo que no se sabe bien adónde lleva.

Puerta 1: dólar y repudio al peso

El control de cambios es un claro ejemplo. Como ha sucedido casi siempre, los controles empiezan siendo leves. Pero como después el mercado les encuentra la vuelta, los controles se tienen que ir tornando cada vez más burocráticos y complejos.

El mejor ejemplo: el de anoche. El Banco Central no tuvo otra que avanzar en esa línea exigiendo que quien compre dólares los tenga al menos cinco días congelados antes de poder comprar con ellos acciones y bonos para hacer el “rulo”, el nuevo nombre que encontraron los especuladores para la misma bicicleta financiera de siempre.

Se empieza así y se termina con absurdos como una de las exigencias del cepo de Cristina. Podías comprar dólares, pero pagando un “impuesto” de 35%. A menos que los dejaras depositados. Entonces con la liquidación anual de Ganancias la Afip te reintegraba el 35%, rasurado por la inflación.

Lo que no se puede frenar es el repudio al peso: inversores dispuestos a pagar por un dólar 20% más que la cotización oficial. Es consistente con el relajamiento fiscal: el default selectivo terminó con todo préstamo de corto plazo para el Gobierno.

Así que el gasto está volviendo a ser financiado con las “ganancias” del Banco Central (que “gana” porque la devaluación multiplica el valor en pesos de sus reservas). Esas ganancias están siendo giradas al Gobierno. El efecto es el de una emisión. Átense los cinturones.


Puerta 2: gasto para todos

No es sólo el Gobierno el que abre puertas sin saber bien el destino final.

Tanto batir el parche de la pobreza y la crisis, Alberto Fernández, eventual futuro presidente, debe estar viendo con espanto que le va a tocar a él descongelar tarifas, avalar nuevas subas de la nafta y el gasoil y volver a subir IVA y Ganancias -todas cosas que le lega Macri- si en verdad quiere, como ha dicho, ir hacia un superávit fiscal.

Más todavía: es probable que los piqueteros que votaron a Fernández (no sólo los K) le arranquen a un Congreso sin líderes capaces de mencionar la palabra “ahorro” una prórroga de la emergencia alimentaria, cuyo costo fiscal no está aún estimado y va a tener que pagar el próximo presidente.

Peor: la ley, si se prorroga hasta fin de 2022, como quieren algunos, va a significar financiamiento asegurado para la industria piquetera durante los tres primeros años del próximo presidente. Por caso, si Fernández fuera el próximo presidente, no tendrá nada para negociar con los dueños de la calle. Tarde o temprano, le exigirán más.

Los piqueteros tienen tres grandes grupos: los de la izquierda (mayormente trotskistas), los kirchneristas pro aborto legal y los kirchneristas de Bergoglio. En la actual coyuntura están sistemáticamente condenados a competir por ver quién muestra más poder en la calle. El que menos fuerza muestre menos crédito podrá reclamar por el asalto a la piñata del presupuesto que se está por realizar.

Además, los piqueteros K deben demostrar su poder por una razón adicional: participar en el reparto de puestos jerárquicos y de los otros en los ministerios de desarrollo social y similares si el kirchnerismo gana las elecciones.

Puerta 3: acreedores en la sala de espera

Mientras tanto, el reloj no perdona. Argentina está en un default selectivo que le da aire por seis meses (para entonces deberá haber pagado los títulos que no pagó).

Y el anuncio oficial de reperfilamiento del resto de la deuda duerme el sueño de los justos. El Congreso se hace el oso, los candidatos a presidente se hacen los distraídos y el presidente actual ya recibió el mensaje de los bonistas: nadie quiere negociar nada con el que se va.

La del default selectivo también fue una puerta que se abrió sin que se sepa adónde nos va a llevar.