Política esquina economía
10/09/2019 | 07:09 | Los taxistas tienen un monopolio. Los concejales hicieron sólo cambios cosméticos. El Estado municipal regula el sistema, no el Código Civil. Los choferes de Uber no son empleados de Uber.
Adrián Simioni
Pobre Ramón Mestre. Una vez que podía inaugurar una obra notoria como el túnel de la Plaza España no va que viene Uber y le escupe el asado. Al día se lo llevó puesto bien temprano la empresa en el programa Juntos de Cadena3, cuando anunció que a las 16 comenzaría a funcionar el servicio en Córdoba capital. Las protestas, reclamos y quejas que se sucedieron hicieron el resto.
Entre tanta discusión fueron muchísimos los argumentos truchos que se escucharon. Nos vendría bien una aplicación para detectarlos.
La Municipalidad tiene la autoridad
Empezamos por la propia Uber. Es cierto que el contrato de transporte de personas y cargas está contemplado en el Código Civil, y que eso debería ser suficiente amparo para cualquiera que quiera transportar cosas, como argumenta Uber. Pero muchísimas otras relaciones sociales normadas por ese mismo código se ejercen a través de leyes y normas secundarias más específicas.
Por ejemplo, el Código Civil también regla la compraventa de inmuebles. Pero a la hora de hacer la operación hay que cumplir un sinnúmero de trámites, registraciones, pagos a corporaciones e impuestos que están en otras normas. No en el código. Andá a incumplirlas. Corrés el riesgo de quedarte sin la casa que compraste. Acá sucede lo mismo. Un ejemplo: si llegara a haber un accidente, difícilmente el seguro del auto que traslada clientes contratados a través de Uber va a cubrir contingencia alguna.
Una aplicación no significa nada
Seguimos por el lado de algunos concejales, que quieren quedar bien con dios y con el diablo. Algunos insisten en confundir los servicios disruptivos que habilitaron Uber, Lyft, Didi y otras megaempresas en varios centenares de ciudades de decenas de países con una aplicación en el celular. Terminenlá con eso. La aplicación es sólo un medio de contactar al cliente y de pagar el servicio. Es lo mismo que llamar por teléfono y pagar en efectivo, sólo que más “moderno”.
Funcionarios, concejales, taxistas, insisten en este argumento: “No estamos en contra de las apps, de hecho las usamos, de hecho la Municipalidad misma lanzó una”. Falso. Podemos comenzar a usar una app y los taxis van a ser los mismos de siempre, van a cobrar la tarifa de siempre y vamos a seguir sin encontrar ni uno los días de lluvia. La app en sí es cosmética.
Uber es una remisería moderna
Otro argumento que se escucha mucho: Uber no tiene que afrontar los costos laborales de los taxistas que tienen empleados y eso entraña una desigualdad. Mentira. Uber no tiene taxis. No es un propietario de chapas. No tiene empleados. Sólo cobra una comisión por acercar a un cliente y un proveedor de servicios, exactamente igual que las centrales de taxis o remises.
A nadie se le ocurriría pensar que un taxista dueño de su taxi es empleado de la central con la que trabaja. Mucho menos el chofer empleado del dueño del taxi. Tampoco lo es quien contacta clientes para sus viajes a través de Uber.
Hablemos del monopolio
Otro argumento ladino de quienes se oponen a Uber es el que dice: “No nos oponemos a que trabajen. Pero que cumplan las normas, que paguen los mismos de costos que pagan los taxis”. Eso es completamente falso. Por la sencilla razón de que si hoy alguien quiere cobrar por transportar pasajeros en Córdoba capital necesita que la Municipalidad le dé una chapa. Y ese es el eje del problema. El sistema de taxis es un monopolio compartido inventado legalmente por la Municipalidad.
En la última ordenanza que sacaron los concejales cordobeses mantuvieron ese monopolio. Que autorizaran el uso de aplicaciones móviles a los mismos taxistas de siempre no cambia para nada esa realidad. En absoluto.
Es mentira que si alguien está dispuesto a pagar los mismos costos que pagan taxistas y remiseros pueden trabajar como ellos.
Ley, realidad e hipocresía
Acá los únicos que pueden trabajar fuera del reparto de chapas del municipio son los centenares de remiseros truchos que, sin app, sin Uber, sin tarjetas de crédito, sin seguros y sin inspección técnica vehicular trabajan desde hace mucho en Córdoba sin que a nadie le moleste demasiado.
Típico de nosotros. Vivimos una realidad virtual compuesta de cientos de reglas formales. Ese mundo virtual no se corresponde con lo que sucede en la calle. Pero nos hacemos los distraídos. Y si viene alguien a querer cambiarlo ponemos el grito en el cielo.
Funcionarios, concejales, taxistas, gremios, y los propios vecinos tienen que dejar de jugar a las escondidas con mentiras y medias verdades. Tienen que decidir si el transporte público de Córdoba tiene que cambiar o no. Y si ese sistema tiene que estar más desregulado o no. No es tan difícil. Sólo hay que hacerse cargo, luego, de lo que uno decide. Y dejar de confundir con argumentos truchos.