Un elefante en el Perú

El saludo precoz de Alberto Fernández al casi seguro próximo presidente del Perú -pero aún no presidente- Pedro Castillo, tiene desconcertados a los expertos.

La intervención del presidente en los asuntos internos de otro Estado ha sido tan grosera, que los especialistas suponen que debe haber algo que no sabemos que explique la actitud de Fernández.

/Inicio Código Embebido/

/Fin Código Embebido/

De otro modo, no se entiende. Aún hoy a las 6.50, en el último parte de las autoridades electorales peruanas, Castillo le llevaba a su contrincante, Keiko Fujimori, apenas 3 décimas de ventaja.

Es una elección muy discutida. El analista Daniel Zovatto remarca que el proceso se judicilizará porque Fujimori ya pidió la revisión de 844 actas. Y eso es sólo lo formal. Perú está en un clima de beligerancia. Lo mejor que puede hacer un país hermano y solidario es contribuir a apaciguar las aguas, a que haya un entendimiento, no ir a tirar nafta, a levantarle la mano al que más nos gusta antes de que el árbitro decida quién ganó.

Como dice Zovatto, es el Jurado Nacional Electoral, que así se llama en Perú, el que designará al ganador.

No lo puede hacer un presidente extranjero. Que es lo que hizo Fernández: se refirió en su felicitación a Castillo como "presidente electo".

No sólo eso. Fue el primer presidente en saludar a Castillo. Y los únicos otros dos de la región que lo hicieron hasta ahora son del eje bolivariano: Luis Arce, de Bolivia, y Daniel Ortega, de Nicaragua. Linda compañía la de este último.

Fernando Petrella, exvicecanciller argentino, le dijo a Cadena3 que el mensaje de Fernández es incomprensible. O estamos ante la delicadeza de un elefante en el bazar. O hay algo que desconocemos, vinculado a la política interna o a la política exterior argentina, que lleva a Fernández a cometer su exabrupto internacional numero 10 mil en un año y medio de gobierno.