Un gobierno que se desgrana

Se va el año y la sensación es de que, con el año, también se está yendo el gobierno de Alberto Fernández. Imposible saber qué sentirá el Presidente en su fuero íntimo, pero desde afuera se ve a una administración que se derrite, que se desvanece, que se desgrana.

Alberto ha perdido todas las batallas, excepto la de su supervivencia, un mérito de la democracia argentina. Cristina Fernández, que lo sentó en la Presidencia, le retiró su apoyo. La CGT le dio la espalda ante su incapacidad para domar la inflación. Los ejércitos piqueteros que lo apoyaban también se le dieron vuelta ante el recorte de planes que necesita ejecutar Massa para frenar el gasto y la inflación. Los gobernadores peronistas le dan un respaldo formal, pero no entran con él a su cementerio.

Ahora, en las últimas imágenes del naufragio, aparecen los miembros de su gobierno que abandonan el barco. Uno es Félix Crous, un funcionario desconocido pero clave. Cristina Fernández puso a este fundador de Justicia Legítima a cargo de la Oficina Anticorrupción. Crous hizo lo que tenía que hacer: retirar al Estado de todas las querellas por corrupción contra los gobiernos K. Pero no alcanzó. Su jefa sigue complicada en la Justicia. Ayer, Crous se fue. Una señal.

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Otra que partió fue Victoria Donda, la funcionaria que admitió haberle ofrecido cargos estatales y empleados a la inmigrante boliviana que tenía de empleada doméstica y a su hermana justo cuando ella iniciaba una demanda laboral. Desde lo alto de la vergüenza y la hipocresía, Donda dio un portazo ayer y renunció declarándose "decepcionada" por Alberto Fernández. Una desagradecida: Alberto la sostuvo pese a toda su inoperancia y descrédito.

Son imágenes de un gobierno en el año que termina. Le faltan casi 12 meses de mandato a Alberto, pero a veces parece que su gobierno hubiera concluido ya.

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