Un plan para Guzmán

Pobre, el ministro Martín Guzmán. Una vez que lo había convencido al Presidente de que ya era hora de tener un plan, se lo hacen volar por los aires. El nuevo proyecto de ley para avalar el acuerdo con el FMI lo vuelve a dejar en Pampa y la Vía al ministro zen.

Guzmán se ilusionó con el sueño húmedo de todos los ministros de Economía: tener un Congreso domado. Que todos los bloques le aprobaran no sólo la renovación del crédito con el FMI, sino el primer ambiguo plan que se le conoce a Alberto, acordado entre Guzmán y el Fondo. Así ninguna mayoría podría después presentar proyectos para frenar impuestazos, tarifazos, podas de planes sociales, recortes a las provincias y demás.

No pudo ser. Guzmán -y el Presidente- no van a tener el aval precocinado del Congreso para hacer el ajuste.

No sólo no tendrá el aval de la oposición de Juntos por el Cambio. Ni siquiera tendrá el ok de la dueña del circo. Cristina Fernández mantiene su inconcebible silencio y Máximo Kirchner sigue manejando el 70% del presupuesto sin ensuciarse los deditos.

Guzmán tuvo una oportunidad para imponerle su plan a su propio gobierno. Pero la perdió. Fue en enero de 2021, hace 14 meses. Acababa de reestructurar la deuda con los privados, la pandemia ofrecía excusas para cualquier volantazo macroeconómico, se veía venir el rebote poscuarentena para legitimar el ajuste, las tarifas estaban menos distorsionadas porque no se había acumulado otro año de inflación y la energía en el mundo no estaba por las nubes como hoy, sino regalada.

Pero Guzmán no fue Cavallo. Y Alberto Fernández no era jefe ni de sí mismo. La orden de Cristina fue fulminante: vamos a seguir imprimiendo billetes a rolete para ganar las elecciones.

Y Guzmán aceptó. Aceptó que siguiera el delirio militante en el manejo de la energía, del sistema previsional, del clientelismo de los planes y en el manejo de la inflación.

Ahora tiene un plan. En el que nadie cree. Está solo con Alberto y el FMI para llevarlo adelante. Su gobierno viene de perder elecciones. Todo está mucho más desgastado que hace un año. Y el mundo ha dejado de ser un lugar propicio y se transformó en una emboscada.

Por eso en el kirchnerismo dicen que el único plan que hay para Guzmán es el planito que va de su escritorio a la salida del Ministerio de Economía. Difícil. Alberto no tiene a quién poner. Y al menos a Guzmán ya lo conocen en el FMI.