Política esquina economía
24/05/2024 | 13:09
Redacción Cadena 3
Adrián Simioni
Como el panorama no es suficientemente recesivo y la Argentina no es suficientemente cara para producir, acaba de pasar algo más: el Enargas empezó a avisarles con fábricas que consumen mucho gas que tienen que dejar de producir para que no falte gas en los hogares. Eso es al menos lo que está pasando en Córdoba en esta mañana y es probable que esté sucediendo en el resto del país. Ya la semana pasada los cortes comenzaron a afectar a estaciones de GNC en varias partes del país. Los dos sectores juntos (industria y transporte) consumen la mitad del gas del país.
Una razón para los cortes es que el gasoducto que no debería llamarse Carlos Néstor Kirchner no está listo por completo, así que no puede bombear todo el gas necesario. Pero no es la única razón. Hay una más de fondo. Los especialistas han calculado que, en invierno, la Argentina podría demandar hasta 180 millones de metros cúbicos de gas si pudiera. Pero resulta que en verano sólo demanda 110. Hay 70 millones de metros cúbicos de diferencia entre el invierno y el verano.
Entonces no se puede invertir miles de millones de dólares en tener capacidad para producir y trasladar 180 millones de metros durante dos meses si el resto del año al 40 de toda esa gigantesca inversión la vas a tener parada. Es inviable. Nadie va a perforar esos pozos ni a tender gasoductos para que estén 9 meses al cuete. Y, si igual lo hiciéramos, habría que pagar más caro el gas para compensar esas inversiones poco rentables.
¿Hay una solución? Sí, claro. Hay que invertir en muchas y distintas cosas en las que se pueda usar esos 70 millones de metros que sobrarían la mayor parte del año, así los pozos y los gasoductos podrían operar y rendir todo el año. Por ejemplo, si se construyeran plantas de amoníaco, en los meses cálidos Argentina podría fabricar el insumo básico de los fertilizantes más usados en el mundo. O, si se construyeran plantas de licuefacción de gas Argentina podría comprimir el gas y exportarlo por barco al hemisferio norte, justo cuando allá sí es invierno y el gas licuado es caro. Hay más alternativas de exportación e industrialización.
Pero todas tienen un gran problema: exigen inversiones multimillonarias, cantidades brutales de dólares que el Gobierno no tiene y que tampoco lo tienen las empresas argentinas. Demasiada historia de default, demasiados desastres.
Para eso hay que tratar que algún fondo de inversiones gigantesco del exterior, alguna multinacional con acceso a fondos interminables, venga y se arriesgue a enterrar acá la tarasca, construir fábricas, puertos, ductos y trenes que después no va a poder llevarse a ninguna parte. Para eso, es, por ejemplo, el Rigi, el régimen de promoción de inversiones que los senadores y diputados “dialoguistas” están demorando al cuete en el Congreso con preciosismos superfluos.
Sigan así. Pero nos vamos a ver el invierno del 2025, otra vez sin poder usar todo el gas posible y, tal vez, otra vez con cortes.
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