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Rumbo económico

La noticia detrás de Lula da Silva que desnuda a los candidatos argentinos

29/07/2023 | 06:50

El presidente brasileño destacó que una política clave de su gobierno es evitar la inflación. ¿Cómo hizo Brasil para bajar los precios? La efectiva receta "verdeamarela" está lejos de algunos presidenciables vernáculos. 

Redacción Cadena 3

Guillermo López

En lo que va de la semana, el presidente brasileño Luis Inácio Lula Da Silva ocupó la primera plana de los diarios de su país por tres cuestiones.

La primera fue de índole política; su alianza con el "Centrao", nombrando de ministro a un exbolsonarista y ofreciendo cargos a partidos de centroderecha para fortalecer su estrategia parlamentaria.

La segunda, de orden personal. El miércoles pasado, fue sometido a una pequeña intervención médica en la cadera en el Hospital Sirio Libanés de Brasilia.

Y la tercera, una serie de anuncios económicos para este mes. Presentó proyectos para construir viviendas sociales, leyes de apoyo cultural, ampliación del programa educativo, entre otros.

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Sin embargo, hay una de las "importantes políticas públicas" anunciadas por el mandatario a la que los argentinos deberíamos prestar atención: "deflación del 0,07%, con descenso de los precios de los alimentos, la factura energética y los combustibles", resalta el presidente.

Es decir, remarcó que evitar la suba de los precios es una política pública central. O para decirlo de otra manera, una pésima política pública sería no evitar la inflación.

Entonces surge una pregunta simple ¿Cómo hizo Brasil para bajar su inflación galopante de la última década del siglo pasado?

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El economista Jorge Vasconcelos, del Instituto de Estudios Económicos sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana (Ieral), lo resume en cinco puntos:

• El "Plan Real", lanzado en 1994 fue diseñado con mecanismos análogos al "Plan Austral".

La inflación previa al Plan Real era superior al 40 % mensual, por lo que fue necesario introducir una unidad de cuenta (URV) para reescribir los contratos, al estilo del desagio del Plan Austral.

El equipo económico del Presidente Fernando Henrique Cardoso alertó a la dirigencia política sobre la necesidad de consistencia fiscal (ir a superávit), ya que un anterior plan brasileño (el Cruzado) y el plan Austral (la hiperinflación argentina de 1989 ya era un dato) habían fracasado por falta de responsabilidad fiscal.

La inflación en Brasil en diciembre de 1994, seis meses después de lanzado el Plan Real, fue de 1,7% mensual, un gran éxito frente al pico de 47,4 % registrada en junio de ese año.

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• Evitar acumular desequilibrios macroeconómicos: la estabilidad de precios se mantuvo entre 1995 y 1998 (ese último año la inflación anual fue de 1,7%), pero acumulando desequilibrios macro por la pérdida de la responsabilidad fiscal y la falta de reformas, que mantenían una economía cerrada al mundo, con legislación laboral perimida y malos incentivos en la relación Nación-Estados.

La defensa de la estabilidad se fue apoyando cada vez más en una política monetaria dura, con altas tasas de interés, contraproducente para el crecimiento y el funcionamiento del sector externo. La pérdida de confianza se tradujo en una caída de las Reservas de US$ 60.100 millones en 1996 a 36.400 millones a principios de 1999.

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Frente a la crisis, redoblar la apuesta por la estabilidad: en el transcurso del segundo mandato presidencial de Cardoso, Brasil se ve obligado a devaluar, pero lo hace como parte de un programa consistente.

Se introdujo el llamado "Trípode" -sintetiza Vasconcelos- con flotación cambiaria, metas de inflación y metas de superávit fiscal. Así, la fuerte devaluación del real de enero de 1999 terminó generando fuertes mejoras de competitividad: el tipo de cambio pasó de 1,21 reales por dólar a fin de 1998 a 1,85 reales a diciembre de 1999, pero la inflación de ese año (acumulado de doce meses) fue de sólo 8,4%.

• Descuidar la estabilidad tiene un elevado costo político: durante la primera gestión de Lula como presidente (enero 2003 a enero 2007) hubo significativa continuidad en las políticas macro lanzadas a principios de 1999, con el beneficio adicional del arranque del ciclo alcista global del precio de los commodities.

La política fiscal de sostener superávits primarios del orden del 2% del PIB se mantuvo, incluso en el segundo mandato. Reforzando este fenómeno, Petrobras descubre en 2010 gigantescos yacimientos de gas y petróleo en el mar. 

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Dilma Rousseff asumió en enero de 2011 y hacia mitad del mandato los precios de las commodities comienzan a caer. En lugar de hacer un replanteo profundo de la política económica frente al nuevo escenario, se profundiza una línea cortoplacista, intentando sostener el crecimiento con gasto público.

La deuda pública pasa de 51% del PIB en 2013 a 70% en 2016; se produce un deterioro de 4,2 puntos del PIB en el resultado primario del sector público, ya que se pasa de un superávit de 1,7 % del PIB en 2013 a un déficit de 2,5 % del PIB en 2016. Se intenta utilizar al BNDES (Banco de Desarrollo) como motor de una especie de “capitalismo de amigos”, y afloran escándalos como el de Odebrecht.

La inflación trepa al 10,7% anual en 2015. Una diferencia clave se da entre 2016 y 2017, cuando en Brasil asume Michel Temer para completar el segundo mandato de Dilma.

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• Las reformas de Temer, claves para entender el presente de Brasil: "Sabemos que el vecino del Mercosur es un país repleto de distorsiones. Aún así, lograron remover parte del lastre con las medidas tomadas entre 2016 y 2017”, explica Vasconcelos. 

Se adoptó una regla para contener el gasto público; se ratificó la preferencia por la estabilidad, por lo que la inflación y las tasas de interés bajaron simultáneamente y, por último, una reforma laboral dictada por el sentido común facilitó en forma significativa la creación de empleo privado formal y, al mismo tiempo, contribuyó a la recuperación del crecimiento.

Con todo, al repasar los puntos destacados por el economista del Ieral la segunda pregunta es ¿Y todo esto fue efectivo?

Fuente: Ieral.

Brasil le sacó a la Argentina 13,1 puntos porcentuales de diferencia en el crecimiento acumulado del PIB desde 2017 (10,2% vs. -2,9%), brecha que también se registra en el aumento del empleo privado formal, de 7,5% en Brasil y de 1% en la Argentina.

Crecimiento sostenido, creación de empleo y precios estables. Un horizonte prometido por muchos candidatos en campaña.

El caso brasileño permite tener una idea de cuál es el camino, uno tan relevante que Lula tuvo la precaución de resaltarlo antes de entrar al quirófano.

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