Rumbo económico
27/05/2023 | 07:03
Redacción Cadena 3
Guillermo López
Cada día que transcurre en Argentina los actores económicos toman decisiones evitando caer en la trampa de la nominalidad.
A las familias los pesos les queman y los ingresos no le alcanzan. Se desprenden rápido de la moneda nacional comprando lo que puedan para evitar llagas en sus manos, al tiempo que buscan la manera de aumentar sus ingresos por la rápida caída de su poder de compra.
Las empresas pierden rentabilidad en medio de una inflación mensual que roza los dos dígitos y el Estado busca evitar la quinta corrida cambiaria, procurando fondos frescos (acuerdo con el FMI, Swap chino) y sin chances de meter mano a cajas de otrora. Todo en medio de los efectos de una sequía esperpéntica.
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La emisión de miles de millones de pesos para pagar el déficit está detrás de la espiral inflacionaria y continuarla, en medio de la cornisa hiperinflacionaria, empujó a la consolidación de la biblioteca “dolarizadora” entre algunos economistas.
En medio de un proceso electoral algunos ven allí una salida. Tiene lógica: la historia demuestra que procesos hiperinflacionarios solo se detuvieron con alguna forma de tipo de cambio fijo.
“Es inevitable”, dijo la semana pasada el economista cordobés Martín Uribe Echevarría. “La razón es muy sencilla: durante una hiperinflación la economía se desmonetiza y cuando la hiperinflación se estabiliza, ocurre una remonetización brusca”, resumió este cordobés, Honoris Causa de la UNC, con formación de posgrado en la Universidad de Chicago y profesor en la Universidad de Columbia.
“Un tipo de cambio fijo tiene la virtud de permitir a la economía remonetizarse de forma automática: la gente lleva su moneda extranjera al Banco Central y este le da moneda local. Y mientras esa paridad se mantenga la gente ve que el sistema está funcionando. El tipo de cambio fijo reduce la inflación instantáneamente y la economía experimenta una expansión inicial, como se vio al principio de la Convertibilidad”, señaló al inicio de su ponencia.
Días atrás participó, junto a otros colegas, de un seminario organizado por la Red Nacional de Investigadores de Economía sobre las enseñanzas que dejó el Plan de Convertibilidad (1991-2001), el programa de principios de los ‘90 que estableció la equivalencia entre un peso y un dólar.
Subrayó la “bondad” de un tipo de cambio fijo para terminar de cuajo con la inflación pero alertó sobre sus puntos débiles.
Pero esta solución -prosiguió - tiene sus talones de Aquiles y en el caso de Argentina, son dos: uno es de naturaleza bancaria y el otro macroeconómica; y ambos están relacionados.
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La debilidad macro
Cuando hay shocks negativos que deprimen la demanda agregada, por ejemplo, por un aumento en la tasa de interes international o una caida brusca en el precio de los granos, la economía necesita ganar competitividad. “Con un tipo de cambio fijo la única vía es una deflación (bajar los precios de salarios, productos que venden las empresas, etc.) porque no se puede subir el tipo de cambio (es decir, tener un mejor dólar para exportar)”.
En cambio, “en un sistema de tipo de cambio flexible la competitividad se alcanza a través de una depreciación del tipo de cambio nominal. Es decir, se cambia un solo precio y no miles de precios”.
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La debilidad bancaria
Uribe Echevarría explicó que la Convertibilidad con un sistema bancario libre llevó flujos hacia los bancos pero en su gran mayoría de corto plazo. “Hubo una gran suba depósitos de 90 días, y la proporción más importante de los préstamos bancarios eran a personas o para el sector comercial minorista: es decir, de corto plazo y al sector no transable”, recordó.
“Cuando la economía entra en recesión, con un tipo de cambio fijo, el sector que más sufre es el sector no transable, que entra en problema con la devolución de los préstamos y eso es lo que se vio en la crisis del Tequila y del 2001”, sostuvo.
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El caso Ecuador
El país tropical es puesto como ejemplo de modelo exitoso de la dolarización. Al respecto, Uribe Echevarria sentenció: “la dolarización no es el factor principal por el que Ecuador no tiene inflación; la razón fundamental es que tiene un Banco Central independiente”.
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