Copa Mundial Femenina
30/06/2023 | 16:51
Redacción Cadena 3
Erika Andújar
Potrero del Mundo surgió con el objetivo de conocer el origen de la pasión de nuestros futbolistas. Para reconstruir esas historias, recorrimos clubes de barrio y canchitas sin arcos en pequeños pueblos y algunas grandes ciudades del interior del país.
En la primera temporada, antes de que la Selección Argentina se consagrara en el Mundial de Qatar, viajamos a Calchín para desandar el camino de Julián Álvarez y a Embalse para conocer los inicios de Nahuel Molina. Recorrimos las instalaciones del humilde San Lorenzo de Las Flores donde nació futbolísticamente "el Cuti" Romero y caminamos las calles de Pujato, el lugar en el mundo de Lionel Scaloni.
En esta segunda temporada, viajamos a Morteros para charlar con María Florencia Bonsegundo, figura de la Selección y del Madrid CFF. Recorrimos Villa Diego Oeste, el pequeño club de Villa Gobernador Gálvez, donde Vanina Correa se probó los guantes por primera vez.
Llegamos a Mendoza para conocer Cementista, el club que vio nacer a Estefanía Banini, la talentosa volante del Atlético de Madrid. Finalmente, volamos a Misiones para jugar un picadito en el potrero de tierras rojas donde Yamila Rodríguez, crack de la Selección y del Palmeiras, gritó mil goles.
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Cada historia de vida tiene cosas en común: el amor por la pelota, una familia que acompaña, un primer entrenador que detectó el talento y apuntaló el sueño, muchas veces en contextos económicos desfavorables, en el interior del interior.
No hay tanta diferencia entre el sueño de Florencia Bonsegundo y el de Nahuel Molina, dos mundialistas cordobeses. En ambos casos hubo una familia futbolera, un desarraigo temprano, clubes que fueron un segundo hogar y otros que más que trampolines se convirtieron en obstáculos. Ambos tuvieron las estadísticas en contra porque todos sabemos que de cada mil chicos que sueñan, quizás solo uno llega finalmente a Primera.
La diferencia no es el sueño. El sueño es el mismo: ponerse la camiseta de Argentina y jugar un Mundial. La diferencia radica en el punto de inicio de este arduo camino, que en el caso de las jugadoras es diez escalones más abajo.
Cada una de las protagonistas de esta segunda temporada comenzó jugando con varones porque en aquellos tiempos los equipos femeninos no existían. Solo querían jugar a la pelota, pero los reglamentos las excluían.
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Muchas de ellas, incluso jugando en Primera o en la Selección, tienen que mantener trabajos paralelos para poder vivir con dignidad.
Con la creación de la Liga Semiprofesional en 2019, hubo grandes avances, pero aún queda mucho camino por recorrer a nivel salarial y organizativo.
Eso sí, las tribunas llenas del Mario Alberto Kempes en un reciente amistoso de Argentina son un buen augurio: el público está comenzando a acompañar masivamente a la Selección.
Cuando nuestras jugadoras salten a la cancha y suenen las primeras estrofas del Himno en el Mundial de Australia y Nueva Zelanda, seguramente se dispararán recuerdos del pueblo, de la familia, de aquellos primeros entrenadores… recuerdos de los potreros donde nació el sueño y la verdadera pasión.
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