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01/06/2022 | 09:03 | La Callejera, la cabaña ovina de 26 años de trayectoria de Carlos Amato. Del hobbie al negocio en “una quintita” donde sobrevuelan los recuerdos del sol de noche y la cocina Calleri número 2.
Redacción Cadena 3
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Entre tanta soja y maíz, ovejas
Carlos Amato nació y se crió en el campo. Se quedó dormido en la falda de su madre con los deberes sin terminar. Hoy, con los servicios similares a los de cualquier lugar urbano, recuerda esos años con televisión blanco y negro conectada al tractor o la vieja cocina a leñas, compañera de tantas comidas a la par de ser “odiada” en esos veranos calurosos donde no existían el aire acondicionado ni mucho menos el Split. Vive allí y no imagina su existencia en otro lugar.
Con su compañera Mariela que lo acompaña desde hace unos 16 años recibió en el campo de la zona rural de Carmen, Santa Fe, a Cadena 3 Argentina, para contar la historia de la cabaña La Callejera.
Hace unos cuantos años que la actividad deCarlos Amato es la cría de ovinos. Ha elegido la raza Hampshire Down. “Que se dedique exclusivamente a la oveja somos un par de cabañeros en el sur de Santa Fe que es una zona agrícola de rendimiento espectacular.
“Arranqué hace 26 años con la cabaña, como un hobbie para ir a las exposiciones, compartir con colegas y amigos, pero se fue haciendo hobbie más negocio. Estoy muy contento de haber elegido a esta raza y las ovejas me han dado mucho, estoy muy contento. Cuando ven esta raza se paran a sacarse fotos, son muy lindas la raza y mas con las orejitas negras, bien preparaditas, bañaditas es un pomponcito”.
Carlos tiene tres hijos, Rocío, Karen y Joaquín, quien lo acompaña en el campo.
Es delegado de la Sociedad Rural Argentina, entidad que le permitió actualizarse con varias reuniones en Rosario y una última en Mendoza, hace unas semanas.“No porque tenga cabaña soy estanciero, ni nada de eso. Tengo 17 hectáreas y media, más las otra que alquilo que suman 34 hectáreas, es una quintita, cuesta mucho subsistir, vivir cuesta bastante.
Sus padres, su infancia
Amato cuenta a El Campo Hoy que su padre “nació en el campo de enfrente, después adquirió estas 50 hectáreas se hizo la casa y yo nací en este campo.Pensé que no iba a poder subsistir por el poquito campo que me quedaba, pero la vengo llevando, no pensaba que iba a aguantar tanto, pensé que me iba a tener que ir de empleado”.
Su infancia fue la típica de la gente que en esos años vivía en el campo, con un mix entre la educación y el trabajo ayudando a su familia.
“Cuando iba a la mañana la escuela en el verano me levantaba antes para atender los cerdos y después a la escuela, siempre llegaba tarde e iba a pie porque el resto había pasado. Cuando venia de la escuela tomaba una taza de mate cocido y atrabajar.A la noche cenábamos y me dormía en la falda de mi vieja ylos deberes sin hacer. Antes era distinto, era trabajo”.
En esas épocas las comodidades no eran las actuales, ni mucho menos. “Sol de noche akerosone, la cocina a leña Carellinúmero 2, que era estufa y cocina en verano e invierno. En pleno verano que no se aguataba el calor estaba prendida, porque era lo único que teníamos. Hoy con tanta tecnología parece poco.
“Llegamos a hacer la instalación en lacasa y enganchamos el Fahr 70 con las baterías, llegaba la noche y teníamos un televisor lo enganchábamos y veíamos únicamente en el momento de cena”. Lo que hoy parece absurdo era la vida no hace tantos años atrás. Y Carlos Amato la evoca con una mezcla de emoción y nostalgia.
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Tres generaciones de Dedich en Arequito, desde la sencillez, la humidad en el día a día hasta lograr una producción sostenible y cargada de afecto por la actividad que es medio de vida y pasión.