Cordobeses en su propia salsa

Qué hacemos con este señor que trabaja para una radio del Estado. O sea, que cobra un sueldo que le pagamos con nuestros impuestos y que decide que Argentina debería desligarse de la provincia de Córdoba, que en su opinión, es una provincia de “M”, adjetivo que alcanza a todos los habitantes, incluso a los que piensan más o menos como él.

Por lo pronto, me parece lo más interesante no nombrarlo, no regalarle nota cualquiera que no tiene. Y después preguntarles a las autoridades de Radio Nacional y al jefe político, ¿qué haría si esa metáfora hubiera sido dedicada no a los cordobeses, sino a cualquier otro colectivo: a una etnia como los mapuches, o un grupo religioso, o a una organización femenina? No debería preocupar la opinión que tenga un ignoto señor de una radio, pero sí nos debe preocupar que no haya un pedido de disculpas de ese medio público.

Lo peor es que no hubo un correctivo inmediato, lo que me parece que revela que el odio con rencor que expresa un individuo no es sólo suyo. Tampoco es tan nuevo.

La pregunta es si este individuo ignoto de Radio Nacional, por ser militante oficialista, ¿podría decir, por ejemplo, que odia a los paraguayos o a los judíos, o a los homosexuales, o a los gordos, o a los negros o a las mujeres como odia a los cordobeses? ¿Podría decirlo sin problemas? La pregunta está formulada. Sugiero sentarse cómodos a la sombra y sin urgencias a esperar la respuesta.