Guerra en Europa
09/05/2022 | 11:50 | Lilia Yelankina pudo abrazar a Iryna Vetnska, quien llegó al país en el vuelo de refugiados de Enrique Piñeyro. "Fue la mano de Dios que estuvo presente", dijo a Radioinforme 3.
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Cinco ucranianos refugiados llegaron al país en el vuelo Boeing 787 que Enrique Piñeyro puso al servicio para las misiones humanitarias.
El ex piloto de Lapa participó de una alianza con la ONG española Open Arms, para ayudar a los más de dos millones de desplazados que hasta el momento ha dejado la guerra en Ucrania.
El avión, además de personas, transportaba historias, las historias de cada familia que esperaba, con ansias, volver a abrazar a sus seres queridos.
Una de esas historias es la de Lilia Yelankina, quien tras el arribo de la aeronave pudo volver a abrazar a su abuela Iryna Vetnska.
“Yo vine con mi mamá cuando tenía 10 años. Ya llevo acá 21 años, somos residentes, vivimos y trabajamos acá”, dijo Lilia a Radioinforme 3.
Su abuela Iryna las había visitado en 2014 y en 2017. “A partir de ahí no la vimos más, salvo yo que había viajado en el 2019”, contó.
La preocupación por su abuela había comenzado con la pandemia y se profundizó con la guerra en Ucrania. “La abuela estaba totalmente sola. Se juntaba con algunos amigos”, relató.
Tras los intensos bombardeos a Kharkiv, ciudad donde vivía, Iryna tuvo que escapar y luego de interminables y extensas peripecias, logró llegó a Polonia.
“Tuvo que pasar por cinco ciudades para llegar a Polonia. Me llamaba con ataques de pánico. Su estado mental era tan grave que no lograba entenderme lo que yo le decía. Estaba en un estado de completa anulación y me llamaba todos los días para despedirse entre lágrimas”, relató.
A los 76 años, y luego de haber tenido que dormir varias noches en el metro, con 10 grados bajo cero, Iryna contrajo un fuerte resfriado que complicó más su situación. Gracias a la ayuda de innumerables actores, conocidos y no, este sábado pudo llegar a Ezeiza y abrazar nuevamente a su familia en suelo argentino.
“Ya cuando estaba en el avión estaba mucho más tranquila. Pudo hablarnos de forma fluida, centrada en tiempo y espacio. Pudo descansar de los bombardeos constantes”, relató Lilia.
El reencuentro fue increíble y emotivo. “Fue la mano de Dios que estuvo presente”, concluyó.
Entrevista de Miguel Clariá.