La buena noticia del día
18/06/2024 | 09:02
Redacción Cadena 3
Octavio Liberali
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Se jubiló Inca, la perrita más viejita del Servicio Penitenciario de Córdoba
El Servicio Penitenciario de Córdoba despidió oficialmente a Inca, una perra de raza ovejero alemán que se retira de sus funciones luego de ocho años de trabajo. Según informó la Provincia, Inca vivirá junto a su guía, el ayudante de Primera, Rubén Fernández.
La perra, que formó parte de la sección de canes del Grupo Especial Antinarcóticos y Requisa (G.E.A.R) del Servicio Penitenciario de Córdoba, se encargaba de buscar y detectar sustancias prohibidas y elementos electrónicos no autorizados, para impedir que ingresaran a los distintos centros de detención de la provincia.
El retiro se dio en el marco del Día del Agente Penitenciario y también el acto de asunción de la nueva jefa del Servicio Penitenciario, Carolina Verónica Funes.
Además de Inca, se jubilaron dos agentes caninos de la misma raza que también pasarán a vivir con sus respectivos acompañantes.
En detalle, se trata de Milo, un macho que prestó sus servicios de detección por siete años junto a su guía, el Ayudante de Primera, Pablo Ismael Córdoba.
A su vez, se retiró Yusco, otro macho que sirvió como seguridad de intervención ante conflictos por ocho años. Su compañero es el Ayudante de Segunda, Cristian Barrionuevo.
La carrera de Inca
Inca tiene 10 años y hace ocho que trabaja en el Equipo de Detección de Sustancias Prohibidas y Elementos Electrónicos No Autorizados del G.E.A.R.
La can fue seleccionada desde cachorra, precisamente a partir de sus 45 días, para ser entrenada por Rubén, quien fue su acompañante durante toda la vida.
"Jugábamos en los ratos libres y eso hizo que nuestro vínculo creciera. Tengo muchas anécdotas, pero una fue cuando volvíamos de un operativo y tuve que entrar con ella para que se quedara a comer. Era tan fuerte su relación conmigo que no quería que me fuera", dijo Rubén a Cadena 3.
"Es una perra a la cual yo le agradezco muchísimo todo lo que me ha dado, lo que me ha brindado. Me ha enseñado muchísimas cosas que hoy en día pongo en práctica con otros ejemplares. Gracias a ella soy lo que hoy soy. Para mí no es solamente trabajo, es una conexión entre ambas partes, entre el perro y el guía. La mirada que ella tiene conmigo es algo inexplicable", añadió.
El G.E.A.R tiene una dotación especial que cuenta actualmente con 29 canes que nacen, se crían y capacitan en el mismo espacio. El entrenamiento de los agentes caninos se lleva a cabo en base a la Ley Sarmiento de Protección de Animales.
Sobre el entrenamiento, Rubén precisó: "Se adecúa al comportamiento y conductas que tienen cada uno de los canes. No todos los perros nacen para la misma tarea y nosotros tomamos ventaja de sus particularidades".
Desde pequeña, Inca se destacó principalmente en las tareas de búsqueda y detección. Por lo tanto, los adiestradores y su guía se dedicaron, en los años de entrenamiento de la can, a potenciar esas aptitudes.
A su vez, el vínculo entre los acompañantes y sus perros es troncal para su formación efectiva y exitosa: "La relación se genera desde los primeros pasos que dan los canes y con el tiempo se va haciendo cada vez más fuerte", destacó Fernández.
Seguido a esto, su guía compartió: "La confianza que tengo con Inca es tan profunda que hasta me es difícil ponerlo en palabras, considero que es incomparable con cualquier otro vínculo".
A los 2 años de edad, Inca comenzó sus funciones en el G.E.A.R, en donde participó de incontables operativos y noches enteras de trabajo junto a su guía para garantizar los objetivos de seguridad de su equipo.
En ese sentido, Rubén recordó un operativo en particular en el que junto a Inca, viajaron al interior de la provincia de Córdoba.
Allí, la perra se perdió entre un gran tumulto de gente. Pasado un breve momento de incertidumbre, Inca volvió por sí sola a las manos de su compañero Rubén, sin perder la calma y demostrando la rigurosidad del entrenamiento de la división de canes del Servicio Penitenciario.
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El retiro
Lo habitual para un agente canino es que se jubile entre los 7 y 10 años, momento en el que el perro alcanza sus primeras etapas de vejez. Una vez llegada a esta edad, los animales son transferidos a los hogares de sus acompañantes que los guiaron desde sus primeros días de vida.
En este sentido, Rubén expresó: "La jubilación implica un cambio muy grande para la vida de Inca. De encargarse de llevar a cabo numerosas misiones, va a pasar a vivir en casa conmigo, donde finalmente podrá estar tranquila y relajarse".
Sin embargo, la jubilación de la can de 10 años interpela a su acompañante: "Dejar de trabajar con Inca es como si me estuvieran quitando una parte de mí. Pero entiendo que finalmente ha llegado el descanso que tanto se merece. Quizás pase menos tiempo con ella ahora, pero amor y cariño nunca le van a faltar en mi casa".
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Informe de Lucía González.
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