"Menotti es inmortal": el sentido homenaje de un periodista deportivo español

Luto en el fútbol

"Menotti es inmortal": el sentido homenaje de un periodista deportivo español

12/05/2024 | 13:37

El malagueño Daniel Barranquero, que escribió una biografía de Viberti, recordó al técnico argentino con un exquisito texto para Rony en Vivo. En el audio, la última entrevista con Rony Vargas y un recuerdo de Jorge Parodi.

Redacción Cadena 3

Francisco Vidal

Audios

El homenaje de Rony Vargas a César Luis Menotti

Hace un año, el periodista deportivo malagueño Daniel Barranquero visitó Rony en Vivo con motivo de presentar su libro "Viberti Viberti! La Leyenda del Zapatones", una deliciosa biografía del gran futbolista cordobés Sebastián Viberti.

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En esa ocasión cautivó con su pluma y profundo conocimiento del mundo del fútbol. Con motivo de realizar un homenaje a César Luis Menotti, ofreció su semblanza sobre el "Flaco", su paso por el fútbol español y ese especial modo de vivir el fútbol:

Hablar de Menotti es hablar de un poeta, de un filósofo, de un intelectual, de un militante, de un romántico o quizá, como dijo un diario catalán, del apóstol de buen fútbol. Porque Menotti es el huracán del 73 y la mágica Argentina del 78. Por supuesto. Pero en España, Menotti también es el germen de ese Barça noventero de Cruyff o ese Barça invencible de Guardiola que enamoró del nuevo siglo. El primero que intentó jugar como Guardiola en el Barça se llamó Menotti, diría años más tarde. Y la verdad es que no le faltó razón.

Marzo del 83. Tiempo de postfranquismo, de pos transición en España. El Barça, que era un Barça que poco tenía que ver con el de los éxitos recientes, apostó muy fuerte por él para vestirle junto al Diego de Blaugrana. Antes de debutar, confesó sentir la misma emoción que puede sentir un músico al subir al escenario, comparando al Camp Nou con la escala de Milán o la Ópera de París. No nos conformamos con la victoria, buscamos el espectáculo, añadió en su primera rueda de prensa. ¿Aunque cuánto costó que sus mensajes calaran unos años en los que el público pitaba cuando había demasiados pases seguidos? Sin embargo, pronto se los metió a todos en el bolsillo por su manera de ver el fútbol.

El buen trato del balón como norma, la iniciativa como ley, proponer, buscar, atacar. Los centrales buscando la pelota jugada, los laterales subiendo sin pedir permiso y barra libre para todos. De libertad hasta para equivocarse, requisito irrenunciable para la creatividad. Citando una y otra vez a Borges para recordar que el fútbol, al fin y al cabo, no era más que orden y aventura, un brindis al colectivo, convencido de que la belleza aparece de las cosas bien hechas. El gol, un pase a la red, como le gustaba decir, como consecuencia y no como única meta. Los aficionados se congregaban las para ver a Maradona entrenar, claro, pero los periodistas se iban a la sala de prensa absortos, simplemente para escucharle, pues nadie había explicado el fútbol mejor que él. De discurso oculto, el fútbol era una excusa para hablar dela vida, y la vida otra para hablar del fútbol. Citando a Napoleón para hablar de táctica o a Gardel para hablar de la pasión, sentado sobre el balón, sin camiseta, pitillo en la boca, en un fútbol de otro tiempo que nuestra mente recuerda en blanco y negro, Menotti introdujo en España conceptos que no se habían escuchado antes, como el del miedo escénico o el de los biorritmos. Cuando puso entrenamientos por la tarde para adaptarse a las horas de los partidos en Barcelona, acuñó aquello de las urgencias históricas que aún hoy se usa, y se usa mucho en un club que solo había ganado una liga en 23 años, la última una década antes de su llegada.

Y qué cerca estuvo de cambiar la historia, pues se quedó un solo punto de su némesis, el Atlético de Bilbao, y Javier Clemente, su antagonista perfecto. La defensa, el físico, el resultado. Menotti llegó a afirmar que con Maradona y Schuster todo el año, que poco coincidieron entre fracturas y hepatitis, aquella liga la hubieran ganado con absoluta tranquilidad. Fueron solo 14 meses en los que sumó una Copa del Rey, una Supercopa y la extinta Copa de la Liga. Aunque en el 84, tras la muerte de su madre, decidió rechazar un cheque en blanco y el robo de Maradona para marcharse, la única decisión de la que se arrepintió en su carrera, pues se había adaptado tanto a la sociedad catalana de la idiosincrasia del club a la literatura de Vázquez Montalbán, que hasta Serrat se pasaba por su casa para cantar tangos en sus fiestas. El Flaco volvió a España, sí, tres años después y Atlético de Madrid, pero ya nunca nada fue lo mismo. Sin conexión con el presidente, el populista Jesús Gil, un triturador de entrenadores que le acusaba de mano blanda y de ser permisivo con sus jugadores, un cero cuatro al Real Madrid en el Bernabéu pareció ser el primer capítulo de su gloria roja y blanca. Pero en el partido de vuelta, tras una mala racha, una derrota en el derbi madrileño puso fin a su última etapa en España. Menotti se quedó con la espina clavada de no haber entrenado al Betis, su pasión oculta, y de no haber regresado al Camp Nou, algo que rozó en 2003 en aquel Barça de Riquelme Saviola, que volvió a coquetear con su fichaje. ¿Hubiera sido un epílogo poético, cierto, pero acaso hace falta más poesía en la vida de Menotti? Además de universal, el flaco ya también es inmortal.

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