Qatar 2022
21/11/2022 | 18:25 | Llegamos muy bien a la Copa del Mundo. Pero tampoco hay que precipitarse. Para ser campeón, deben alinearse todos los planetas.
Redacción Cadena 3
Diego Borinsky
¿Está bien ilusionarse?
Claro que sí.
Desde que en 1978 dejamos de ser campeones morales para ser campeones reales, nuestra selección fue siempre candidata a levantar la Copa nuevamente.
Esto es sencillo: el club de los países campeones del mundo es demasiado selecto. Son apenas 8 selecciones las que alguna vez alzaron la Copa en las 21 ediciones anteriores. Brasil (5 veces), Alemania (4), Italia (4), Uruguay (2), Francia (2), Inglaterra (1), España (1) y nosotros, por duplicado. Y una vez que entrás a ese círculo rojo, a ese grupo mínimo, la tarjeta de membresía te da derecho a considerarte “candidato” cada cuatro años.
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Hasta el Mundial disputado en nuestro país en 1978 siempre tuvimos buenos jugadores, pero la final nos quedaba demasiado lejos, salvo en aquel bautismo de 1930, cuando sólo hubo 13 participantes y nadie le daba demasiada importancia al asunto. Desde nuestra primera estrella, aún en tiempos sin canales deportivos que transmiten en vivo las 24 horas del día ni de redes sociales que viralizan todo lo imaginable (y lo no imaginable también), siempre nos ilusionamos y nos sentimos candidatos a repetir. Y con toda lógica. La chapa, garpa, sin dudas. Además, porque en 8 de las 10 Copas del Mundo que sucedieron a nuestra primera conquista, tuvimos al mejor futbolista del planeta. En 4 Mundiales a Maradona, en 4 a Messi.
Tenemos todo el derecho a ilusionarnos y no hay sobreactuación en nuestro deseo. Ahora, ¿ya podemos sentirnos campeones del mundo? ¿Ya estamos para jugar mañana la final? No. Y aquí es donde hay que tener prudencia.
Un Mundial se gana con futbolistas que hagan la diferencia, con funcionamiento colectivo, con buen recambio, con un técnico que no se maree y sea un líder sensato. Y también con suerte. Por supuesto que no hay que encomendarse y esperar sentado a que la suerte haga su tarea, pero nunca hay que desechar este último factor.
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Por empezar, es clave que no se te lesione ningún jugador importante. O que no te lo suspendan por amarillas para un duelo clave de cuartos de final. En la final del 90, con Caniggia, Giusti y Olarticoechea, la historia hubiera sido otra, sin dudas.
Que una jugada fortuita no te arruine una actuación casi perfecta, como aquel rodillazo a Abbondanzieri contra Alemania del 2006, que le quemó todos los papeles a Pekerman, cuando estábamos para ser campeones.
Que ninguna de las potencias tenga una mala noche en la fase de grupos y se termine cruzando en tu camino de modo anticipado. Porque también hay que terminar con esa frase hecha de que “para ser campeón les tenés que ganar a todos”. No. Para ser campeón les tenés que ganar a los que te toquen. Y si podés esquivar a los mejores, más chances tendrás. En 1986, Argentina zafó de cruzarse con Brasil, Francia, Dinamarca y España, que eran realmente excelentes equipos, pero se fueron eliminando entre ellos.
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En un Mundial, el margen de error es mínimo. Si tenés la ocasión y no la aprovechás, no hay revancha. Si lo sabrá Rodrigo Palacio, por dar solo un ejemplo que todos recordamos bien.
En un Mundial, es fundamental que se te alineen todos los planetas.
Cuando faltan menos de 24 horas para el debut tan ansiado, nuestra selección llega de un modo prácticamente ideal a este nuevo Mundial, más allá de algún sustituto de último momento. Tenemos al mejor del mundo, hay futbolistas de comprobada jerarquía en puestos claves, hay recambio, existe un funcionamiento colectivo que se potenció después de la conquista de la Copa América, hay un plantel que se sacó una mochila muy pesada en el Maracaná y juega sin ese lastre y también hay un cuerpo técnico (ya no solo un entrenador) que siempre tiene la palabra justa y baja un mensaje de calma y de que hay que ir con prudencia. Por ese lado, nos podemos quedar todos muy tranquilos. Pero no somos los únicos con pretensiones de levantar la Copa. Hay selecciones tan buenas como la nuestra. Y alguna todavía mejor, o con más variantes, como Brasil (aunque ya demostramos que les podemos ganar).
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Está perfecto gritar con todas las ganas el “ahora nos volvimos a ilusionar”, del nuevo hit que se está imponiendo entre nuestros hinchas. Pero todavía la meta queda muy lejos, no hay que saltearse etapas. Además, ¡qué mejor que disfrutar el recorrido! ¿Quién nos apura?
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