Opinión
04/12/2020 | 12:27 |
Dracu Gómez
El seleccionado argentino de rugby cometió un gravísimo error el pasado fin de semana en Australia: el equipo no homenajeo la muerte de Diego Armando Maradona con el suficiente fervor, lágrimas, actos impostados, dobles camisetas ni nada por el estilo. En realidad Los Pumas no hicieron nada o mejor dicho muy poco sobre todo en contraposición al enorme gesto de su rival de turno, los sorprendentes All Blacks.
Algunos en el banco de suplentes se pusieron una cinta negra de brazalete. Esta acción claramente no alcanzó para despedir al más glorioso de todos los deportistas argentinos.
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Marcelo Lofreda, actual manager de este equipo, se hizo cargo del tibio homenaje. Él es el padre de Los Pumas que obtuvieron la medalla de bronce en el Mundial de Francia 2007, además de haber tenido una intachable carrera como jugador de su club y del seleccionado nacional. Proviene de un equipo en el que se hace un culto de la discreción y la humildad: el San Isidro club (SIC).
Menos es más suelen decir. En este caso menos fue muy poco pero este gesto para los argento menos fue lo suficiente para denostar a un equipo que pasó 9 meses sin jugar, que hace 60 días están dando vueltas por el mundo cumpliendo rigurosos protocolos de aislamiento para poder representar al país en uno de los torneos más importantes y difíciles del mundo, el Tri Nation. Montevideo–Maldonado–Montevideo–Sídney–Brisbane– Sídney, es el periplo recorrido por el equipo argentino.
Cuando murió Maradona la red social Twitter mostró a través de una radiografía estricta en qué países del mundo la noticia de la partida del “10” había causado menos impacto, curiosamente Australia y Nueva Zelanda fueron los focos con menos rebote respecto de esta triste noticia para el mundo futbolero y maradoniano.
¿Habrá sido que Los Pumas no quisieron imponer un homenaje en un lugar en donde la figura de Maradona no es tan conocida? ¿Será cierto que el homenaje fue interno? ¿No habrán tomado dimensión de lo que sucedía en Argentina, desmanes incluidos? Son muchas las conjeturas al respecto.
Lo que sí es cierto es que esta tibieza les costó el repudio de un grupo que no solo necesita homenajear al ídolo muerto sino que necesita cualquier tipo de anestesia para apaciguar muchos dolores de una Argentina golpeada en serio.
Los irrepetibles e indefendibles mensajes de parte de su equipo, incluyendo su capitán, fueron la daga final para un equipo que hasta hace dos semanas era ejemplo de resiliencia.
Pablo Matera pasó de ser el ejemplo de capitán al xenófobo más grande del país, sin importar que esos mensajes fueron escritos hace 9 años. Tampoco importa si hubo entrenadores, dirigentes y padres “ad honorem” que transformaron a un desbocado adolecente en un deportista de elite reconocido en el mundo no solo por lo que hace adentro si no afuera de la cancha.
El rugby en todas sus facetas y matices es sinónimo de oligarquismo, elitismo, fascismo y todos aquellos calificativos que ayuden a mostrar que ser rugbier es de “chetos” sobre todo para un segmento de la sociedad enfermo de resentimiento.
En el mismo equipo que juega Matera lo hacen “Tostado” Orlando, de Concepción de Tucumán, o Tetaz Chaparro, de General Madariaga, quien durante más de 5 años viajó hasta Mar del Plata en colectivo para poder entrenar, o de Marcos Kremer, criado en Concordia y forjando su carrera desde el interior del interior. Son muchos los casos en donde la ecuación rugby = chetos es errada.
De nada sirven las disculpas ni del staff ni de los jugadores. Hay que buscar culpables y condenar y así pasó. Poco ayudaron los dirigentes de la UAR, quienes en menos de 24 horas juzgaron a la distancia dejando sin capitanía a Pablo Matera y sin poder jugar a Guido Petti y Santiago Socino.
Fue tan grande el repudio de la comunidad del rugby que a poco de haber dictado sentencia los dirigentes se retractaron y dejaron sin efecto la sanción. ¿Será que revisaron sus propias conductas y decidieron poner paños fríos a esta locura?, ¿los habrá empujado la necesidad de mostrarse fuertes ante la sociedad esta velocidad precoz de generar gestos ejemplificadores?. El boomerang puede ser peligroso sobre todo si cuando juzgás no tenés los papeles en orden.
El equipo decidió mantener la sanción interna en curso, los jugadores en cuestión no estarán en cancha el sábado, Matera no será el capitán y el vestuario estará golpeado pero consciente de que en el rugby cuando te caes te tenés que levantar.
Seguramente habrá una fuerte autocrítica por los incalificables mensajes emitidos por los jugadores, sobre todo por referentes que son ejemplos de muchos chicos. Serán momentos de aprendizaje. También será un buen momento para que el deporte de la ovalada defina una política de selección de dirigentes más exhaustiva.
El Diego seguirá siendo el máximo ídolo de quienes aman el deporte en Argentina, la estridencia seguirá siendo un camino esquivo para quienes sienten las cosas de otra manera, el populismo seguirá necesitando actos demagogos para alimentar el ego de políticos con necesidad de distraer, mientras tanto el rugby debe tomar una de las máximas de Diego Maradona de cara el futuro: La pelota no se mancha.
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