Salud
24/03/2025 | 08:43
Redacción Cadena 3
La tos ferina, también conocida como tos convulsa, representa un desafío para la salud pública. Esta enfermedad respiratoria, altamente contagiosa, es provocada por la bacteria Bordetella pertussis y tiene un impacto significativo en bebés, niños menores y personas que no están al día con sus vacunas. Las severas complicaciones que puede ocasionar son motivo de preocupación.
En sus primeras etapas, los síntomas son similares a los de un resfriado común. Se manifiestan con congestión nasal, fiebre baja y tos leve. Sin embargo, en el proceso evolutivo de la enfermedad, los episodios de tos pueden volverse extremadamente intensos y prolongados. Estas crisis a menudo se acompañan de un sonido agudo al inhalar (estridor), vómitos provocados por los accesos de tos y problemas respiratorios severos.
Particularmente en los bebés, la tos ferina puede resultar especialmente peligrosa, causando episodios de asfixia y cianosis, que es la coloración azulada de la piel por falta de oxígeno. “Los más vulnerables son los bebés menores de seis meses, aún sin su esquema de vacunación completo, las mujeres embarazadas Sin vacunación reciente, los adultos mayores y aquellos con enfermedades respiratorias”, indicó la Dra. Valeria El Haj.
De acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud (OPS), el incremento en los casos de tos ferina está relacionado con una significativa disminución en la cobertura de vacunación contra la difteria, el tétanos y la tos ferina (DTP), un fenómeno que se ha intensificado durante la pandemia de COVID-19.
Las cifras son alarmantes: en 2021, la cobertura de la primera y tercera dosis de la vacuna en América alcanzó su nivel más bajo en 20 años, con un 87% y 81% respectivamente. Sin embargo, los datos correspondientes a 2023 indican una leve recuperación, alcanzando el 90% y 88% respectivamente, aunque con variaciones en los países.
La vacunación sigue siendo el método más efectivo para prevenir la tos convulsa: Bebés y niños deben recibir la vacuna cuádruple, quíntuple o séxtuple a los 2, 4, 6 y 18 meses, más un refuerzo a los 5-6 años. Las embarazadas deben aplicarse la vacuna triple bacteriana a partir de la semana 20 de gestación para proteger al recién nacido. Adultos y personal de salud requieren un refuerzo de la vacuna cada 10 años.
/Inicio Código Embebido/
/Fin Código Embebido/La atención médica varía según el momento del diagnóstico y la gravedad de los síntomas. En las fases iniciales, la infección puede controlarse y su propagación mitigarse con medicamentos adecuados. Sin embargo, a medida que la enfermedad avanza, el enfoque se centra más en aliviar síntomas y prevenir complicaciones, sobre todo en lactantes y grupos de riesgo.
“Si alguien presenta tos persistente, dificultad para respirar o crisis de tos intensa, es crucial buscar atención médica de inmediato. Un diagnóstico y tratamiento oportunos son fundamentales para evitar complicaciones graves”, concluyó la directora médica de Ospedyc.
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