Salud
15/01/2018 | 07:07 | Con la llegada de los días cálidos, aumenta la incidencia del Síndrome Urémico Hemolítico. Para evitarlo es importante preservar las condiciones de higiene y una correcta manipulación de alimentos.
Si bien el Síndrome Urémico Hemolítico (SUH) es una enfermedad a la que es necesario prestarle atención durante todo el año, con la llegada del verano suele potenciarse su aparición debido a las altas temperaturas.
Durante la época estival las enfermedades transmitidas por alimentos se incrementan: el calor favorece que las bacterias se reproduzcan, el traslado de alimentos puede provocar la interrupción de la cadena de frío, y el uso más frecuente de piletas o ríos (agua no potable) aumenta la exposición a bacterias por ingestión.
Todos los días nuevos casos de SUH son comunicados en nuestra provincia. De acuerdo al informe epidemiológico provincial, en 2017 se registraron 36 casos, 15 menos que en el año 2016. Argentina es líder
mundial en incidencia de esta enfermedad, por lo que constituye un verdadero problema epidemiológico.
Desde el año 2000 es de denuncia obligatoria, razón por la que todo centro de salud público o privado debe notificar el caso a tiempo para confirmar el diagnóstico, aislar la bacteria, identificar el alimento
involucrado y evaluar el riesgo de aparición de otros casos.
El SUH es una enfermedad grave pero evitable, que se transmite por agua o alimentos contaminados con una bacteria llamada Escherichia Coli, cuyo principal reservorio es el ganado vacuno.
La infección por Echerichia Coli, productora de toxina Shiga (STEC), es la causa más frecuente de SHU. La principal vía de transmisión son los alimentos contaminados: carne cruda o insuficientemente cocida, leche y productos lácteos no pasteurizados, vegetales crudos mal lavados, agua no potable, y contaminación fecal de aguas de ríos o piletas. La transmisión de persona a persona por vía fecal-oral y el contacto directo del hombre con los animales son importantes vías de transmisión.
Los niños pequeños, principalmente aquellos menores de 5 años, son los más afectados por esta enfermedad.
Sus principales síntomas suelen ser diarrea, palidez, decaimiento y poca orina, viéndose principalmente comprometidos los riñones (insuficiencia o fallo renal agudo) y la sangre (disminución de glóbulos rojos y plaquetas). Sin embargo, también puede afectar al sistema nervioso (somnolencia, irritabilidad y, en algunos casos, convulsiones), al intestino y al sistema cardiovascular, por lo que se considera una enfermedad con compromiso multisistémico. Como secuelas y dependiendo de la gravedad de la enfermedad en la etapa aguda, puede presentarse daño renal crónico, siendo poco frecuentes las secuelas neurológicas o cardíacas.
El SHU comienza con un cuadro leve e inespecífico en un niño previamente sano. La diarrea se presenta en la mayoría de los casos, siendo sanguinolenta en el 70 por ciento, y puede acompañarse de vómitos, fiebre y dolor abdominal. Simultáneamente o en los días posteriores, el cuadro empeora debido a la aparición de las manifestaciones hematológicas y renales, con disminución de la orina en el 40 por ciento de los casos y de requerimiento dialítico en el 60 por ciento.
El diagnóstico es principalmente clínico (anemia, plaquetopenia y fallo renal en un niño con antecedente de diarrea), ya que no existen estudios específicos pese a que, en algunos casos, es posible encontrar la bacteria en materia fecal.
Una vez diagnosticado el SUH el paciente requiere un monitoreo estricto de su estado de hidratación, diuresis, peso, tensión arterial, suficiencia respiratoria y cardíaca.
Si bien no existe terapia específica para esta enfermedad, el tratamiento del SUH está dirigido al manejo del fallo renal agudo, considerando el grado de compromiso de la función renal. Podrá variar desde el tratamiento conservador hasta diálisis peritoneal o hemodiálisis. Además, el tratamiento de la anemia hemolítica es una parte importante del cuidado de los niños con SUH.
Pese a que el recuento de plaquetas desciende en forma variable, las hemorragias severas resultan infrecuentes. Se recomienda evitar la administración de plaquetas, ya que esto podría aumentar la
formación de microtrombos agravando la enfermedad.
Es preciso, luego del período agudo, controlar la función renal del paciente, su tensión arterial y realizar una ecografía renal. La periodicidad de los controles posteriores al egreso hospitalario dependerá de la gravedad de la insuficiencia renal aguda: en los casos leves y moderados serán anuales hasta la adolescencia, y se prolongarán en el tiempo en aquellos pacientes con compromiso renal severo para evitar complicaciones.
La clave está en la prevención
Si bien, por el momento, no existe un tratamiento específico para la enfermedad y se recomienda no automedicar al paciente con antibióticos ni antiespasmódicos, el SUH puede prevenirse. Conocé las medidas preventivas más importantes.
Actualmente se está trabajando sobre vacunas contra la enfermedad a nivel de ganado bovino, cuyo objetivo es evitar la eliminación de la Escherichia coli por materia fecal del ganado, disminuyendo así la
transmisión de la enfermedad. Además, se han iniciado protocolos de tratamiento utilizando anticuerpos monoclonales contra la toxina productora del SUH.
Dada la elevada incidencia de este Síndrome en nuestro país, de la carencia de un tratamiento específico y de su alta morbimortalidad, debemos promover acciones para lograr que la prevención primaria de las infecciones por Echerichia coli se convierta en una política de Estado que tenga como fin disminuir la incidencia de SUH y su impacto sanitario en Argentina.
Compromiso, difusión y educación son piezas indispensables. La prevención debe ser responsabilidad de todos.