Alerta por coronavirus
01/10/2020 | 06:31 | Sasha Ávila tiene 18 años y vive en Ingeniero Budge. Quedó sola con sus tres hermanos. En un video llamó a concientizar sobre la gravedad de la enfermedad.
Sasha Ávila vive en Ingeniero Budge, Lomas de Zamora, con sus hermanas de 19 y 16 años y con su hermano de 12. Ahí vivían con sus padres Javier y Mabel hasta que tuvieron que internarlos por coronavirus. Su papá murió en una Unidad de Pronta Atención de Villa Fiorito y su mamá en la clínica Avellaneda Medical Center.
"Estamos destrozados con todo esto que pasó. Jamás imaginamos que nos pasaría una cosa así. Queremos que los responsables de sus muertes se hagan cargo. Y yo no responsabilizo ni a los médicos ni a las enfermeras, porque sabemos cómo trabajan: por un sueldo malo, más horas de las que deberían y sin recursos. Yo pude ver a mi papá, ya entubado, del otro lado de un cristal: vi cómo las enfermeras iban de una cama a la otra a las corridas, no daban abasto. Por eso creo que los responsables son los ministros que deciden no invertir en hospitales, que haya pocos médicos, que ganen mal, que no haya respiradores, que no todos puedan acceder al plasma", dijo la joven.
"Hay una brecha entre la salud que pueden tener ricos y pobres. Al pobre se le asignan menos recursos. Hay mucha gente que tuvo que salir a trabajar porque hace changas, no pudo sostener la cuarentena, y no se pensó en lo que esa persona necesitaba para cuidar su salud, teniendo que salir a trabajar. Los lugares o las obras sociales de los que tienen menos recursos siempre tienen problemas", manifestó.
Según cuenta Sasha, su mamá tenía 50 años, asma y fibrosis pulmonar. Era maestra jardinera. Javier, su papá, enseñaba matemática y militaba en la Izquierda Socialista: tenía una hija de una pareja anterior, Irina, que es enfermera.
"A mi tío y a mi papá les dieron plasma pero tardíamente. En el caso de mi papá fue como dos semanas después de que lo internaran. Le podría haber hecho bien pero ya no servía. Y a mi mamá, sin el consentimiento de sus hijos, le sacaron el teléfono en la clínica. Ella quería saber siempre cómo estábamos, hacer videollamadas, si no se ponía ansiosa. Y con el argumento de que se ponía demasiado nerviosa la incomunicaron. Eso la empezó a matar. No pudimos despedirnos", se lamentó Sasha.
Mijail, su hermano de 12, es tal vez el más impactado por esas cuatro muertes que los dejaron atónitos. "Fue muy fuerte para él todo esto, ver a sus papás bajo tierra en el cementerio. Estamos buscando ayuda psicológica para mi hermanito", cuenta Sasha, que compartió en su cuenta de Instagram un video en el que reflexiona sobre el impacto del coronavirus en su vida y en la sociedad.
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