Lucha contra el coronavirus
11/05/2021 | 11:00 | Un grupo de científicos neerlandeses está llevando a cabo una investigación, todavía en fase inicial, para acelerar el resultado de diagnóstico. Mirá.
Un grupo de científicos busca aprovechar el excelente sentido del olfato de las abejas para que detecten los contagios, haciendo que "saquen la lengua" cada vez que huelan los cambios que la Covid-19 provoca en el cuerpo humano.
El motivo es que el coronavirus, al igual que muchas otras enfermedades, provoca cambios metabólicos en el organismo que hacen que el cuerpo emita un olor específico.
Frente a esto, las abejas, que son capaces de localizar una flor a varios kilómetros de distancia, se pueden entrenar de forma similar a los perros para que reconozcan el olor que desprenden muestras infectadas con el SARS-CoV-2.
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En la investigación fueron entrenadas más de 150 abejas en el laboratorio con muestras infectadas de visones y humanos, dándoles una solución de agua azucarada como recompensa cuando tenían que oler el metabolismo relacionado con el covid-19, lo que les ha enseñado a extender la lengua para alcanzar el dulce.
"Al repetir esta acción varias veces, las abejas asociaron la recompensa con el aroma como estímulo", explicaron los científicos.
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"Con este condicionamiento repetido, pronto las abejas comenzaron a extender la lengua solo para el olor, sin que se ofreciera una recompensa como seguimiento", agregaron.
De salir adelante con todas las garantías, puede convertirse en una técnica "muy útil para prevenir y gestionar los futuros brotes" de cualquier virus a gran escala, dijo Aria Samimi, director de la Startup InsectSense.
"Es globalmente accesible, no solo para países desarrollados sino también para los que tienen bajos ingresos", insistió.
A su vez, Samimi calmó a los más escépticos que ponen la apifobia sobre la mesa: la idea no va de dejar rondar a las abejas a su aire por los aeropuertos o los hospitales, y que vayan sacando la lengua cada vez que huelan el covid-19.
El planteamiento requiere un biosensor, dentro del que se colocarían las abejas. La gente puede respirar dentro, o a través de otra herramienta que acerque las muestras a las abejas.
El siguiente paso es trabajar en la "escalabilidad" de este enfoque y, dado que las abejas son accesibles a nivel mundial, lo único que la gente necesita es una máquina para poder entrenar a estos insectos.
En principio, tampoco hay peligro de que las abejas propaguen la enfermedad: no son sensibles al virus y no entran en contacto directo con él durante los ensayos.
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