San Luis
03/10/2024 | 19:22
Redacción Cadena 3
Gustavo Corbino murió el 22 de agosto adentro del cajero automático que está a metros de la puerta principal de la Universidad Nacional de San Luis. Esa noche cayó una helada. Él durmió ahí con otro hombre y, cuando un empleado del banco fue esa mañana a pedirles que se vayan, Gustavo no respondió: estaba muerto.
La historia de Gustavo parece, a simple vista y ante la luz de la sociedad, una más entre tantas. Sin embargo, este texto busca contar cómo fue su paso por esta vida para intentar comprender una realidad que, desde la mirada externa, seguramente no tiene una explicación lógica.
Gustavo tenía 53 años, cuando la muerte lo visitó una noche helada en un espacio físico no apto para resguardar a nadie, pero que él había convertido en una especie de hogar sin llegar a serlo. Él era consciente de que, en esos casi 10 años donde eligió vivir en la calle, el triste final era casi predecible.
Para entender ciertas conductas y decisiones, debemos poner en contexto cómo fue su realidad a través de los años en sus diferentes vivencias, aun cuando eso no signifique lograr una comprensión total, que se escapa como agua entre los dedos.
Con la ayuda de testimonios recabados entre sus afectos de distintos ámbitos en los que interactuó Gustavo, la intención es que quien quiera pueda conocer a esta persona antes de que el tomara como propia la decisión de hacer de la calle su lugar.
Quienes lo conocieron en profundidad describen a Gustavo como un hombre muy inteligente, capaz, autodidacta en todo lo que hacía a nivel laboral y con gran capacidad de empatía con los que estaban en situación de vulnerabilidad, algo que probablemente se contradiga con sus actitudes de violencia, cuando los excesos y adicciones se hacían presentes en su día a día y que, con el correr de los años, recrudecieron a medida que su consumo iba creciendo, dando paso al descontrol y al desborde.
"Era una persona muy buena, con una esencia muy noble, pero lamentablemente las circunstancias de la vida hicieron que él tomara las malas decisiones que tomó: sus adicciones y todo lo que conlleva eso".
Su infancia se desarrolló en el seno de una familia de clase media, donde las adicciones no faltaban. En aquellos tiempos en que mucho se guardaba en la oscuridad del silencio, pasaron cosas que no eran saludables para un niño. Al entrar en la adolescencia y la adultez joven, las cosas no cambiaron en demasía y quizá ése fue el inicio de lo que hizo mella en sus adentros.
Al pasar el tiempo, cuando le llegó la hora de hacerse cargo de sus profundas dolencias emocionales, tal vez no supo o no tuvo las herramientas correctas para poder sobrellevar esa carga adquirida ante tantas situaciones que le tocó vivir y, aunque muchas veces le puso un gran empeño para sortearlas, al final del camino todo se le hizo muy cuesta arriba a pesar de contar con el amor, la comprensión y la valoración de todas sus cualidades, que le hacían ver a diario y en lo cotidiano las personas que lo conocieron.
Su papá se suicidó, su hermano se suicidó y su otro hermano también se dejó morir a causa de sus adicciones. Néstor, el hermano que se dejó morir, también vivía en la calle y lo encontraron muerto -cuatro días después- en la ciudad de La Punta.
Gustavo logró formar su propia familia con una compañera de vida y dos hijos, y la sostuvo como pudo dentro de lo que quería y deseaba desde el fondo de su alma; en esa familia tenía amor, respeto, valoración y hasta admiración por cada gesto de bondad, nobleza y entrega para con los suyos. Pero lamentablemente no logró sostenerla en el tiempo, ya que la desidia y ausencia de responsabilidad fueron más fuertes aun, cuando eso no significaba que no los amara profundamente.
La realidad que le tocó vivir estuvo siempre salpicada por una violencia generalizada, más aun cuando se hacía presente cualquier sustancia que sacaba todo lo que intentaba mantener oculto cuando la conciencia estaba a flor de piel. Esa misma realidad se convertía en un círculo vicioso, en el que sólo existía el desborde, la locura, la culpabilidad, el arrepentimiento, el resarcimiento emocional, la disciplina momentánea y otra vez la violencia… y así en loop, sostenido en el tiempo.
Sin entrar en detalles que sólo servirían para escarbar en el dolor y no aportan ni contribuyen al objeto de este relato, sólo queda decir que todas las personas en estado de vulnerabilidad pueden ser contenidas y asistidas desde el amor al prójimo y la empatía, pero nadie puede ser salvado, si no quiere salvarse a sí mismo. El primer artífice necesario para esa acción es el deseo y la voluntad de ese individuo, sin lo cual sólo se logra un paliativo y una resolución momentánea de la situación.
Además de contar con una familia que lo amaba, Gustavo también tenía el apoyo y el cariño de muchas personas e, incluso, de hogares y fundaciones, como Fundación Prójimo y el hogar del Buen Samaritano, donde se quedó algún tiempo, hasta que su adicción lo empujaba otra vez a la calle para consumir.
"En el hogar del Buen Samaritano estuvo mucho tiempo. Yo lo fui a ver ahí y estaba re bien. Pero hay un vacío entre la contención que da el gobierno o las organizaciones y la contención en el momento de la abstinencia, cuando no les importa si tienen que dormir en la calle o debajo de un árbol, porque la adicción es mucho más fuerte. Y esos momentos deberían ser los más importantes de contención".
La problemática de las adicciones y sus consecuencias lo llevaron a perder el sentido de pertenencia, la dignidad y el amor propio y, ante eso, es muy difícil volver, más allá de contar con el amor del entorno.
Según una persona muy allegada a él, "Gustavo no era ni un ángel ni un demonio, sino una persona normal que tuvo adicciones; simplemente un hombre con el corazón de un niño y con el alma rota, que luchaba con sus demonios internos, a los que en algunas oportunidades logró ganar pequeñas batallas", que no es poco.
Ojalá (aunque suene a utopía) cada vez sean menos los casos como el de Gustavo, por él y por el bien de muchos, ya que los daños colaterales para los seres queridos que viven y conviven con esa realidad son devastadores.
"Puede ser que había algo dentro suyo que lo hacía autocastigarse. Era la crónica de una muerte anunciada. Todo el proceso después que decidió no vivir dignamente fue como un suicidio lento y agonizante y elegido por él, que sabía y lo debe haber sufrido. Es como tocar fondo, saber que estás tocando fondo y quedarte ahí por creer que te lo merecés".
Hace un tiempo cubrí en Córdoba un evento de Mariana Enríquez, que recibía el Premio Universitario de Cultura, donde expuso sobre la construcción del horror y el terror como espejo de lo real: "El trauma, la paranoia, la repetición -que es muy fantasmal- son todos elementos del terror y eso tiene que ver con vivir en una permanente violencia política y social. La indiferencia tiene que ver con el terror y es una violencia muy presente; la costumbre es algo terrible y al mismo tiempo sólo podemos vivir en esas circunstancias si nos acostumbramos. El terror es el momento tenso y el horror es la sensación permanente de vértigo y de vacío".
Probablemente, Gustavo experimentó cada una de estas emociones y la terquedad con la que miraba al abismo hizo del horror, en su sensación de vértigo permanente, su forma de vivir hasta no sentir.
/Inicio Código Embebido/
Mirá también
Reconocimiento en Córdoba
/Fin Código Embebido/
Gustavo y su relación con la Fundación Prójimo
Su historia de vida, sus intentos de rehabilitarse del alcohol, sus vivencias estando en la calle y más, en la entrevista completa.
/Inicio Código Embebido/
Informe de Juan Esteves.
Te puede Interesar
Clima
El Servicio Meteorológico Nacional renovó sus avisos para este viernes en varias zonas del país.
Conmoción
Mariana Abigail Silva, subinspectora, cometió el hecho y dejó cartas antes de huir. Fue detenida horas después en Cruz de Piedra.
Adicciones y delito
Lucía es madre de un chico de 13 años en barrio Yapeyú. En diálogo con Cadena 3 afirmó que "junto a un grupo de la misma edad, se droga y sale a robar". Quiere ayudarlo y no encuentra ayuda de ninguna institución.
Adicciones
Forma parte de la Asociación Civil Nuestra Señora de Luján, la cual da cobijo a gente con problemas de consumo de alcohol y otras drogas.