La mamá de Blas denunció a Mosquera en medio del juicio

Sentada, de brazos y piernas cruzadas, con una camiseta roja de Belgrano en la falda. Segura, como siempre, Soledad Laciar continuó este miércoles hablando y denunciando frente al tribunal de la Cámara 8 del Crimen de la ciudad de Córdoba. 

A sus espaldas, tenía a los 13 acusados, algunos de los cuales buscaron esquivar mirarla durante todo su testimonio. Porque cuando Soledad habla, sus palabras no sólo que desprenden dolor, sino que adquieren la potencia para interpelar a todo un sistema. 

El martes fue el último día de Alfonso Mosquera como ministro de Seguridad de Córdoba. Una renuncia que ella había reclamado desde el día que un balazo policial mató a su hijo Blas. Llegó ahora, en medio del juicio y, también, entre su testimonio. No fue una mera coincidencia.

Soledad lo tuvo muy presente durante su testimonio. Pero antes, se detuvo en el exjefe de Seguridad Capital zona Sur de la ciudad de Córdoba, el comisario Gonzalo Cumplido. Ella recordó que tiempo después del crimen, este jefe policial llegó a su casa y le contó su verdad. Que él necesitaba mirarla a los ojos y decirle que Mosquera no le había permitido hablar antes con ella.

La mamá de Blas Correas declaró con los 13 acusados a sus espaldas.

Cumplido, recordó Soledad, le dijo que apenas asesinaron a Blas, primero se enteraron el entonces jefe de Policía, Gustavo Vélez, y luego el ministro Mosquera. Y que a él le avisaron un tiempo después, por fuera de lo que marca el protocolo.

Cumplido también le dijo que a uno de los comisarios detenidos, Soria, le borraron del celular una conversación que mantuvo esa madrugada con quien era el jefe de Seguridad Capital, Gustavo Piva.

Y reiteró que Mosquera le habría dicho a Cumplido que no debía hablar con ella porque hacia política con el radical Marcelo Cossar.

Antes, el entonces ministro le habría pedido a Cumplido que fuera él el que hablara ese día con la prensa, que se "jugara por él".

"Y después habló de algo muy grave", recordó Soledad y leyó de un cuaderno en el que tenía escrito un ayuda memoria. "Cumplido dijo que lo llamó un funcionario de apellido Mezzano, que le dijo que podía ser imputado si él continuaba hablando de manera pública".

"Otra cosa muy grave que pasó es que la madrugada en la que mataron a Blas, Mosquera le dijo a Cumplido que preparara las vallas, que iban a tener problemas porque habían matado a un joven de clase media, a un 'rubito'".

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Luego de que asesinan a Blas, Cumplido le dijo que se reunió con Mosquera y que allí le planteó que la situación no daba para más, a lo que el ahora exministro le habría respondido que se quedara tranquilo, que el único caso que importaba era el de Blas y no los otros.

"Siempre dije qué más me pueden hacer, ya me hicieron mucho daño. Pero la verdad es que estoy empezando a tener un poco de miedo. Yo no me metí en ningún lado, a mí me asesinaron a mí hijo y quiero que algo cambie. No tengo nada personal con nadie. Ni siquiera con estas 13 personas (en relación a los acusados). Ellos están dentro de un sistema horroroso, en el que no valoran la vida. La verdad es que dan pena. Mi hijo sí valoraba la vida. Yo quiero que mis hijas el día de mañana sí puedan confiar en la Policía. Pero hoy me siendo observada, cada vez que pasa un patrullero por mi casa los policías se descogotan para mirar hacia adentro. Yo me siento vulnerable", agregó en otro pasaje más que fuerte de su declaración.

Soledad, ante una pregunta del fiscal Marcelo Hidalgo, recordó que Cumplido también le dijo que esa misma madrugada él sabía, desde su casa, que el arma que apareció cerca de la escena del crimen había sido "plantada".

En medio del testimonio de Soledad, el fiscal Hidalgo solicitó pasar en público un audio de Wanda Esquivel, la mujer policía acusada de haber plantado un arma en la escena del crimen. "No sabés lo que te perdiste, mi amor", se escucha en el mensaje de cinco segundos que la mujer envió minutos después del asesinato de Blas.

Visiblemente conmovida, Soledad dijo que ella no se había opuesto a la prisión domiciliaria de Esquivel porque había pensado en sus hijos. "Veo que ella es otra deshumanizada más", indicó.

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En una extensa descripción sobre los dos años que siguieron al crimen de su hijo, recordó que se embarcó en una lucha y en un mundo que no conocía, que fue descubriendo lo más perverso de la Policía y de la Justicia y denunció que en Córdoba no dejaron que Amnistía Internacional colocara carteles pidiendo por Blas.

"Si hay alguien de estas 13 personas que es inocente, a mí no me interesa que pague. Quiero que se busque a los principales responsables. Yo no vengo acá a vengarme se nadie, quiero que se haga justicia".

"Pienso seguir con esta lucha hasta el final. Entré a este juicio sin Blas y me voy a ir sin él. Pero ojalá que antes de morirme pueda ver una mejor Policía, que honremos a la institución".

Sobre el final de su testimonio se vivió uno de los momentos más emotivos. Cuando la abogada por la parte civil le mostró una serie de fotografías, en las que Blas salía sonriente junto a sus abuelos maternos, Soledad no pudo contener las lágrimas. Se dio media vuelta y miró a los policías acusados. Con la voz entrecortada, les dijo: "A mí me pueden matar, pero no les perdono que les hayan cagado la vida a mis papás. A ellos los mataron en vida. Ustedes se cagaron la vida y le cagaron la vida a Blas y a sus abuelos. A eso no se los puedo perdonar".

Informe de Juan Federico.